Estudiantes de ciencias agropecuarias se reunieron en Córdoba para discutir sobre su rol como profesionales. Críticas a las políticas extractivistas y el avance de las trasnacionales.
Por Leonardo Rossi Portal MARCHA
Tenía que ser en Córdoba, zona caliente por estas horas. Cientos de estudiantes de ciencias agrarias vivieron de jueves a domingo intensas jornadas de debate y reflexión sobre el actual modelo agropecuario. El 24º Congreso Nacional de la Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía (FAEA) se dio cita en la provincia que hoy concentra las miradas de quienes llaman la atención sobre los impactos socioambientales del agronegocio. La reciente condena a dos productores y un aeroaplicador de agroquímicos por daños sanitarios en el barrio Ituzaingó Anexo y la futura instalación de una planta de la multinacional (de semillas) Monsanto en la localidad de Malvinas Argentinas dieron un marco por demás particular. El Plan Estratégico Agroalimentario, que impulsa Nación y la ofensiva de las trasnacionales del sector fueron los dos grandes ejes que atravesaron el encuentro.
Desde que asomaban los primeros rastros de sol el jueves, tonadas diversas comenzaron a entrecruzarse en la Facultad de Agronomía de la universidad más antigua del país. Miguel Teubal largó su exposición para ubicar en un marco sociohistórico al modelo agropecuario que, firme, avanza en la actualidad. El economista del Instituto Gino Germani (Universidad de Buenos Aires) se centró el concepto de “deseconomías externas” sobre el que se sostiene el agronegocio . “Hay factores negativos de los que el empresario no se hace cargo y los traslada a la comunidad: fumigaciones, deforestación, expulsión de pequeños productores”, planteó ante más de 200 oyentes del Comahue, La Pampa, La Plata, UBA, Córdoba, Balcarce, entre otras casas de estudio.
Para no cerrarse en la academia y tender puentes con el campo popular, la FAEA convocó a referentes del Movimiento Nacional Campesino Indígena, Asamblea el Algarrobo (Catamarca), Madres de Ituzaingó Anexo, y a vecinos de Malvinas Argentinas. La idea de una agronomía que se piense desde y para la sociedad, y no en función del commodity de turno flotó durante cada conversación, sea en un panel o en una ronda de mates. Quien mejor definió esa necesidad de enraizarse en la comunidad fue el ingeniero Carlos Maggi, al disertar sobre el rol profesional: “Debemos entender que los agrónomos no somos una elite, ni sabemos más que el resto”.
Las críticas al PEA 2020, que busca aumentar la superficie sembrada con granos en 9 millones de hectáreas, se multiplicaron con el correr de las horas. Es en ese marco que se deberán desenvolver los futuros profesionales y las perspectivas parecen más de resistencia que de grandes proyectos. En la UNC, indicó Cintia Garay (Movimiento Base Agronomía), “todo apunta al boom sojero”. Estudiante de cuarto año, la joven (22) vislumbra un futuro laboral “incierto”, porque para quien apuesta por las producciones familiares, diversificadas, “está muy difícil”.
Claudia Marengo, del Frente Amplio por una Nueva Agronomía (UBA), coincidió en que “la fórmula del agronegocio: transgénicos más agroquímicos se expresa en las currículas” universitarias, y enmarca este perfil en las “políticas nacionales y el modelo de producción de alimentos de las (empresas) trasnacionales”. De espalda a ese mandato — señaló Esteban Genasetti (26)– el FANA propone “ir al territorio, conectar con la realidad que no se muestra y que no es rentable”, la de las familias indígenas y campesinas. “Pensamos en la soberanía alimentaria como contracara de los commodities”, enfatizó.
En continuidad con el planteo de Miguel Teubal, para la agrupación Tierra y Producción (Universidad Nacional de La Pampa) “es clave” discutir los impactos humanos de la expansión de la frontera agrícola, y las economías de escala. Es por eso que valoran el rol del congreso de la FAEA, y destacan que el temario del encuentro poco espacio tiene en la carrera. “La contaminación del aire, el agua, la tierra, y la desaparición de pequeños productores que no pueden retener su campo o de campesinos desplazados por la sojización no está presente en las aulas”, enumera Guillermo Tondo (22).
Para complejizar sobre el modelo agrario se dio lugar a disertaciones sobre el impacto sanitario de los agroquímicos, por Andrés Carrasco (investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas); el actual mapa del modelo extractivo (minería, soja e industria forestal) en la voz del periodista Darío Aranda; y acerca del lobby que realiza Monsanto en favor de una nueva y restrictiva ley de semillas, a cargo de la licenciada en ciencia política Tamara Perelmulter.
Ante un PEA del que no se sienten parte, la futura instalación de una planta de Monsanto en Córdoba –celebración de Cristina Fernández y apoyo del gobierno de José Manuel De la Sota, mediante–, y un marco global en que los alimentos forman parte de la especulación financiera, estos jóvenes dejaron en claro que creen en otra agronomía. “Frente a esta realidad, despertar conciencia crítica entre los estudiantes se vuelve entonces muy importante, y este congreso es fundamental para abrir camino a otras lógicas del rol del agrónomo”, reflexionó Cintia Garay, del MBA.