Redaf entrevistó a Juan Carlos Quiroga, pequeño productor rural del suroeste santiagueño, quien da detalles de la usurpación que sufrió en su campo en junio de este año. Actualmente se encuentra asesorado y acompañado por el Comité de Emergencia y la Mesa Regional de Tierra.
A principios de julio, Redaf asistió a la Asamblea Regional Campesina realizada en la localidad santiagueña de Villa La Punta. Este espacio está integrado por diversas comunidades campesinas nucleadas en la Mesa Regional de Tierra Choya-Guasayán, parroquias, una radio comunitaria, el Comité de Emergencia para Conflictos de Tierra, la Pastoral Social y Secretaria de Derechos Humanos de la Diócesis de Santiago, Be.Pe. y el Inta, entre otras instituciones y organizaciones.
Allí tuvimos la oportunidad de conocer algunos conflictos de tierra que el Comité de Emergencia para Conflictos de Tierra asesora y la Mesa Regional de Tierra Choya-Guasayán acompaña. Uno de los más recientes fue el de Juan Carlos Quiroga, un pequeño productor rural de 45 años que siempre vivió en su campo de 402 hectáreas ubicado en La Florida, entre el límite de los departamentos de Choya y Guasayán, al suroeste de la provincia de Santiago del Estero. Hijo, nieto y bisnieto de familias que también transitaron toda su vida en el lugar, Juan Carlos actualmente se dedica a la cría bovina y caprina. En junio de este año, Juan Carlos sufrió la usurpación de sus tierras, instigada por un médico y empresario tucumano.
A continuación ofrecemos la entrevista realizada a Juan Carlos Quiroga:
Redaf_ ¿Cómo se dio esta usurpación?
Juan Carlos Quiroga_ El sábado 10 de junio aparece una gente de Tucumán en una camioneta, un grupo de doce o más muchachos. Se baja uno de ellos diciéndome que andaba para mirar el campo del frente de mi casa. Me dice que quería cerrar el campo, que lo había mandado el doctor Rodolfo Dip, un médico, desde Tucumán. Yo le digo: ‘¿cómo va cerrar el campo si el campo es mío? Vivo aquí desde hace una pilada de años y aparte tengo documentos del campo’. El muchacho, que se llama Hugo Gambarte, me dice: ‘si tiene documentación yo levanto las cosas y me voy’.
_ ¿Mencionó cuantas hectáreas quería alambrar?
_ No manifestaba él cuantas quería cerrar. Simplemente me decía que había venido para cerrar el campo. Eso fue el sábado 10 en horas de la mañana. El día martes 13 de junio aparece el juez de paz de El Mojoncito, ´Pancho’ Ramos, a un lugar donde yo estaba trabajando. ‘¿Qué pasa Quiroga que no dejás cerrar a esta gente’, me dice. Cuando yo le digo que eso era mío, me dice: ‘Mirá, ellos dicen que tienen una documentación que le han comprado a tu papá en el año 86, 87, por esos años. Tienen un boleto de compra-venta hecho por un juez de paz de Lavalle. Pero si en ese tiempo podrían haber tenido un acuerdo con tu papá, ese documento valía dentro de los primeros diez años. Al día de la fecha no tiene validez. Yo ya les he dicho eso’. Entonces fuimos a mi casa y le he mostrado toda la documentación que yo tengo. ‘Bueno’, me dice, ‘acabo de ver toda la documentación que vos tenés, yo no lo puedo autorizar a que ellos cierren, así que no me queda más que decirles que vos contás con documentación y que vos sos el dueño’. Entonces él se retira de mi casa para hablar con estos tucumanos. El día miércoles 14, a primera hora, estaban de vuelta con la camioneta mientras que yo andaba trabajando en otra parte del campo.
_ ¿Las mismas personas de Tucumán?
_ Los de Tucumán. Hugo Gambarte con todo el personal, como 12 o 15 muchachos. Entre ellos andaban unos muchachos de Lavalle. Cuando yo vuelvo ese día de trabajar me encuentro con los casi 400 mts. de alambrado que me han puesto, postes de colorado, y cuatro hebras de alambre.
Y han pedido prestado un carro de dos ejes a una señora también tucumana, y lo han puesto en una esquina del campo. O sea que yo en ese momento tenía 400 mts de alambrado, con 34 o 35 postes de colorado, 4 hebras de alambre y en la esquina del campo un carro de dos ejes y un rancho de nylon. Yo entonces, debido a esa situación, le doy participación a la gente del Comité de Tierra. No sé por qué cosa se me ha venido a la mente comentarle a Diego Daviu [Be.Pe]. Él le ha comentado al resto de sus compañeros del comité. Muy amablemente se han llegado hasta mi casa doña Elsa de Villa la Punta, otras dos mujeres y un muchacho de Santiago. Se han interiorizado del tema, han visto como era eso, y se han quedado hasta la noche a acompañarnos, a conversar, a compartir mate. Al día siguiente ellos han viajado desde Santiago a Frías, a la Fiscalía, y ahí han hecho la presión que tenían que hacer, y eso ha calmado el trabajo de esta gente en mi campo, y que no se siga. Si no era por esta gente del Comité de Emergencia yo no hubiera hecho nada.
_ En ese rancho de nylon que usted nombró, ¿vive alguien en estos momentos?
_ No, no está viviendo nadie.
_ ¿Qué papel cree usted que juega el juez de paz?
_ Desde mi entender, creo que un juez de paz es apenas un mediador. La gente de las organizaciones que me acompañan dijo que los jueces de paz no tienen por qué andar interviniendo en ese tipo de situaciones, pero no sé…hoy por hoy tengo problemas que le han costado la vida a mi madre.
Yo vivía con mi madre, Carmen Lobo, de 92 años. Los dos nomás en la casa. Imagínese…vivir todos esos años en paz, con una vida tranquila, y venir a sufrir este atropello de esta gente. Eso no lo soportó. Está bien que tenía 92 años, está bien que tenía problemas de salud, pero yo tenía madre para rato todavía. No ha soportado esto y ha muerto el día domingo 25 de junio, por tanto sufrir. Digo yo, qué injusto que a veces venga gente de afuera a atropellar de esta forma.
_ ¿Quienes viven cerca de su campo?
_ Mi hermana, que vive al lado, y otras familias más. Porque de mi campo no solo me beneficio yo sino que se benefician varias personas. Mi hermana que tiene animales, mis sobrinos tienen sus animales propios, y otras 5 familias, que no son parientes, que crían sus yeguas y crían sus vacas en mi campo. Ya vivía mi bisabuelo, mi abuelo Pablo Quiroga, mi padre Tomás Quiroga, que nació en el 38; ahora yo vivo en mi campo, que lo tengo registrado y mensurado.
_ Antes de este conflicto, ¿ya sabía de la existencia de la Mesa Regional de Tierra?
_ Sabía, pero nunca se me había cruzado por mi mente participar. ¿Por qué ahora? Y debe ser por esos momentos que me tocó vivir, no? Y fue un buen momento, porque si no hubiera sido por la gente del comité no sé que hubiera hecho yo.