Como parte del Proyecto NATIVO: Bosques y su Gente; REDAF aporta recursos económicos y técnicos a diversas experiencias acompañadas por nuestros socios, en 13 sitios piloto ubicados en distintos puntos de la región. Entre el 14 y el 19 de abril estuvimos visitando algunas de ellas, para conocer en terreno cómo contribuyen a fortalecer procesos de defensa del territorio, el ambiente y los derechos de comunidades campesinas e indígenas.
VER GALERÍA DE IMÁGENES DE LA VISITA
Partimos por Tartagal, fuimos monte adentro hasta Santa Victoria Este, pasamos por Morillo, Las Lomitas e Ibarreta, hasta llegar a Villa Río Berrmejito. En cada destino de este recorrido que nos llevó por Salta, Formosa y Chaco, nos encontramos con amigos y amigas, socios de nuestra red, que nos mostraron su trabajo para valorizar el monte chaqueño y fortalecer el arraigo de las familias campesinas e indígenas que lo habitan.
Propuestas productivas, que incluyen la ganadería, la apicultura y el aprovechamiento de frutos del monte; producciones audiovisuales que rescatan la lengua y la memoria originaria, mejoras en la infraestructura para el acceso al agua, mapeo del territorio; estrategias diversas que aportan a un mismo objetivo: defender la vida en nuestra región.
Diálogo intercultural y propuestas para el arraigo
Un caso emblemático de defensa del territorio, es el que llevan adelante comunidades del Chaco salteño en los Lotes Fiscales 55 y 14, ubicados en el municipio de Santa Victoria Este, casi en la frontera con Bolivia y Paraguay. Son más de 400 mil hás es reclamadas por unas 60 familias originarias que esperan el reconocimiento de sus derechos ancestrales, y para esto han presentado su caso incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos – CIDH, debido a la falta de respuestas de las autoridades nacionales.
En terreno, el conflicto pasa por la superposición entre territorio indígena y lotes de familias criollas, que usan el monte y el territorio, principalmente para la ganadería. “Sin un manejo adecuado eso depreda de forma significativa recursos que las comunidades indígenas necesitan para sus actividades tradicionales, por eso las comunidades están pidiendo que se delimiten los espacios”, nos cuenta José Canteros, técnico de la ONG ASOCIANA. Eso implica no sólo alambrar y capacitar para un buen manejo del ganado, requerirá también la relocalización de algunas familias criollas.
“Esa relocalización no significa ninguna expulsión, se espera que el Estado se haga cargo de generar las condiciones para que el traslado de las familias criollas se haga de forma digna y consensuada, entre ambas poblaciones. También es relevante generar alternativas económicas que fortalezcan el arraigo tanto de criollos como de indígenas”, señala Canteros.
Por ello uno de los sitios piloto, acompañado por ASOCIANA, busca promover la Recolección y Aprovechamiento de la resina de brea entre 5 comunidades Wichís del municipio de Santa Victoria, proyecto del que están participando unas 100 familias. “La idea es contrarrestar la tala indiscriminada de madera, especialmente de Palo Santo y Quebracho, y últimamente de algarrobo blanco que es un alimento fundamental para las comunidades, y que hoy es muy codiciado por la industria de muebles en Tartagal”. También se trabaja para mejorar la producción y comercialización de artesanía elaborada con madera muerta y tejidos en chaguar, “para que las comunidades tengan una alternativa económica más allá del corte ilegal de madera”.
A principios de 2013 la resina de brea fue aprobada por el Código Alimentario Argentino, abriendo con ello numerosas posibilidades de comercialización de este producto que se usa para la fabricación de dulces, gaseosas y otros.
En la misma zona, familias de la Organización de Familias Criollas – OFC trabajan junto a FUNDAPAZ para la implementación de un Plan Ganadero apropiado a las condiciones ambientales del territorio. Álvaro Penza, técnico
de FUNDAPAZ de la zona del Pilcomayo, nos cuenta que “Salta importa casi un 60% de la carne que consume, de provincias como Santa Fe, Córdoba o Buenos Aires, pese a tener un gran potencial de producción local. Por eso nuestra propuesta es básicamente reconvertir la actividad a sistemas silvopastoriles de producción múltiple, que comprenda productos forestales y no forestales, y también ganaderos, fortaleciendo por ejemplo la ganadería de cría”, señala.
Con el apoyo de REDAF están implementando un plan de manejo silvopastoril en 900 hás de una de las familias que ha regularizado con títulos provisorios su situación de tierras, luego de un proceso de negociación con las comunidades indígenas. “Se les propuso ser pioneros incorporando en su predio toda esta propuesta, y la idea es que nos sirva como un espacio de capacitación, de intercambio de prácticas, para que el resto de las familias criollas puedan ir adoptando esta forma de producción”, cuenta Penza, responsable de este sitio piloto.
“Antes estuvimos preparando el terreno, realizamos un estudio antropológico sobre las comunidades criollas, que no solo cubrió un vacío teórico conceptual, sino que nos tiró elementos para implementar apropiadamente este plan de transformación productiva. También avanzamos sobre la cuestión ecológica en la región, haciendo un mapa de vegetación. El desafío es bajar a escala predial haciendo un plan de manejo con todos estos elementos, implementando un sistema que se adecue a las culturas y las valorice, pero que también sea económicamente rentable”.
Mapear el territorio para fortalecer derechos
En Morillo, también en la provincia de Salta, la organización TEPEYAC trabaja con la comunidad wichí de La Represa para delimitar y proveer de infraestructura básica un territorio ancestral que han recuperado. Eduardo Bertea, presidente de TEPEYAC nos cuenta que “la sequía afecta mucho a la zona, por eso se hacía imprescindible contar con pozos que aseguraran la disponibilidad de agua, y también se ha hecho un cerramiento para conservar los recursos del monte en esta zona que es ocupada por la comunidad para la caza y recolección”.
Bernabé Aparicio, técnico wichí a cargo de este sitio piloto, nos cuenta que “usando GPS fuimos midiendo y demarcando la cantidad de hectáreas de las familias, a través de capacitaciones que brindó REDAF sobre mapeo y manejo de navegadores y programas que sirven para ir haciendo estas mediciones en el territorio”.
La herramienta de mapeo y monitoreo satelital ha sido una herramienta central para la defensa del territorio también en el Departamento San Martín, donde técnicos de ASOCIANA han demarcado junto a comunidades wichi, las áreas de uso tradicional y vienen haciendo seguimiento del avance del desmonte. Esta información se ha usado en diversos reclamos judiciales presentados por las comunidades y la Mesa de Tierras de Salta, y es parte del 1° Informe Bosques y Deforestación: Salta – Ley de Bosques y situación del Bosque chaqueño en la provincia”, publicado por REDAF en diciembre de 2012.
Rescatar la Memoria de la Tierra y el Monte
En Las Lomitas, provincia de Formosa, trabaja la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo – APCD, la propuesta de su sitio piloto es realizar un rescate de la lengua y la memoria vinculada al monte, usando el registro audiovisual. “Tomando la oportunidad que brindaba el proyecto trabajamos el tema territorio e identidad con las comunidades wichí, para dar recuperar su historia, generar discusiones internas, recuperar la lengua. Vimos que muchas de las familias están teniendo lectores de DVD y televisión, y a la gente le gusta verse reflejada en la TV y es muy atractivo para los jóvenes también”, nos cuenta Pablo Chianetta, integrante del equipo de APCD.
“No hay material realizado por wichís para wichís, en general siempre son otros los que los registran para otros. Lo que acá queremos es rescatar un idioma, un ritmo propio del relato, apuntando a que se refuerce su propia identidad”, cuenta Pablo. Un primer video, titulado Lhatetsel Keyís Toj Pajche: Las Costumbres de Nuestros Antepasados, es el relato de ancianos sobre el río Bermejo. “Ese trabajo suscito que otros grupos quisieran contar nuevas cosas, así que el segundo video tiene los testimonios de gente que está haciendo un proceso de recuperación de tierras, relata la historia de la ocupación y también los conflictos que viven”.
Con el apoyo del proyecto se pudo contar con la capacitación necesaria para el manejo de la cámara, talleres para elaborar el guión y también apoyo al proceso de edición. “A futuro queremos elaborar algún librito o cartilla que permita que este material pueda ser usado en las escuelas”.
Algarroba y Miel
En la localidad de Ibarreta, en la provincia de Formosa, otro sitio piloto es el implementado por nuestros socios del Grupo de Estudios sobre Ecología Regional – GESER. Carlos Blasco, técnico a cargo de esta experiencia, nos cuenta que el objetivo es “fortalecer la economía familiar incorporando al bosque en el sistema productivo. Las familias siempre han usado el monte, pero vinculado a la producción de forrajes o de madera para carbón, y eso no es sostenible. Entonces lo que estamos intentando hacer es aportar a una diversificación productiva, por ejemplo con la recuperación de pasturas naturales, aprovechamiento de frutos del monte como la algarroba, apicultura, etc.”
La experiencia también contempla la sistematización de algunos trabajos realizados “estamos haciendo mediciones del volumen de producción de chaucha por árbol, porque queremos tener una idea del aporte económico que puede llegar a significar para una familia”. También se realiza apoyo para la producción y comercialización de harina y otros subproductos, se facilita la participación en ferias e intercambios, entre otros.
Actualmente las cerca de 20 familias que trabajan junto a GESER en Ibarreta están comercializando entre 500 y 700 kilos de harina de algarroba en mercados de Buenos Aires y Rosario, “tal vez para una empresa no es mucho, pero para nosotros es un logro que nos plantea muchos desafíos”, señala Carlos Blasco.
El aprovechamiento de la algarroba, también es el motor del trabajo de dos experiencias llevadas adelante por ell Instituto de Cultura Popular – INCUPO en Formosa. Al sur de la provincia, en Villa Dos Trece, Araceli Pared, técnica a cargo del sitio piloto, nos cuenta que “estamos trabajando en el tema alimentación animal y para enriquecer montes degradados. Trabajamos la cosecha, el secado y el guardado de la chaucha, y también reproducción en viveros. La algarroba es muy usada como alimento balanceado y les sirve para la época de invierno cuando faltan pasturas. También se hicieron talleres en las escuelas recuperando el conocimiento sobre las especies del monte, capacitación para la producción de harina y otros subproductos de la algarroba recuperando saberes de las familias. Incorporamos tecnificación a la molienda y favorecemos el intercambio con otros”.
INCUPO también trabaja con la comunidad Pilagá El Simbolar, cercana a la ciudad de Las Lomitas. Con el apoyo del proyecto se realizó el cerramiento de 3 mil hás que “por un lado busca proteger y aprovechar la vaina de algarroba que es un alimento muy importante para ellos, pero por otro se busca asentar los derechos territoriales de la comunidad”, cuenta Juan Carlos Godoy, técnico a cargo del sitio piloto.
En la provincia de Chaco, nuestro socio Raúl de León pudo fortalecer el trabajo en apicultura que realiza desde hace más 25 años con familias indígenas de la zona de Castelli y Bermejito. “La apicultura es una actividad que la gente tienen que ir incorporando poco a poco a su sistema y eso lleva su tiempo. Con el apoyo del proyecto estamos volviendo a visitar a familias que habían realizado ya algún trabajo en el tema, y también recuperando y refaccionando insumos”, nos cuenta. La propuesta es que la apicultura sea una actividad que se sume a otras estrategias productivas como la ganadería o la recolección. “Esta es una zona privilegiada para esta actividad, que demanda continuidad, pero no demasiado trabajo. Uno de los jóvenes sacó este año un promedio de 50 kilos de miel por colmena y tiene 100, por lo tanto es una oportunidad interesante para las familias”, señala.
Estas experiencias son parte de las iniciativas desarrolladas en el marco del Proyecto NATIVO: Bosques y su Gente, una iniciativa binacional que busca contribuir a la reducción de las tasas de deforestación y degradación ambiental en Chile y Argentina. MÁS INFORMACIÓN