Un conflicto territorial que ya se disputa en el ámbito de la Justicia, generó en los últimos días un clima de fuerte tensión entre una comunidad Mbya de San Ignacio y personas que aseguran ser representantes de los propietarios de las tierras ocupadas. “Son intrusos en una propiedad privada”, señalaron desde el municipio sobre las familias guaranies.
Fuente: Territorio Digital
Se trata de la Comunidad Mbya Guaraní Tekoa Mbokajaty, asentada desde 2004 en el lote 9 sub-división de la fracción 6 de la localidad de San Ignacio, que está ubicado frente a la reserva provincial Teyú Kuaré, a unos 5 kilómetros de las Ruinas Jesuíticas.
Son 25 hectáreas de extensión en las que actualmente viven 12 familias, que suman un total de 54 personas, de los cuales 24 son niños, que asisten a una escuela intercultural emplazada a 30 metros.
Mientras en la Comunidad sostienen que los territorios que ocupan son fiscales y que les fueron otorgadas hace seis años por la Municipalidad a través de un permiso, hace dos años irrumpió en escena Ismael Benítez, un hombre que asegura ser el “encargado de todas las propiedades”.
Rosalino Ramos, Cacique primero de la Comunidad, observó que “cuando llegamos no había nadie en este lugar. Hablamos con la Municipalidad y el Concejo Deliberante y nos dijeron que éstas eran tierra fiscal, entonces vinimos y las ocupamos. Pero después apareció esta persona diciendo que era el dueño, y desde que llegó empezó a cortar madera antigua y a amenazarnos. Muchas veces le pedimos que nos muestre el título de propiedad, pero nunca nos mostró”.
A su turno, Ismael Benítez expresó que “ellos saben bien dónde se tienen que meter y se hacen los locos. El Intendente les dijo a ellos que se metan en una calle o en el sector del cementerio y terminaron metiéndose en una propiedad privada”.
Con actitud agresiva, Benítez acusó a las familias Mbya de “ladrones e intrusos” y además, amenazó duramente a trabajadores de El Territorio (Ver recuadro).
“No podemos hacer nada”
Ante este complejo panorama, desde el Municipio no solo desmintieron haber otorgado autorización a la Comunidad para radicarse en el lote 9 sub-división de la fracción 6 de la localidad, sino que afirmaron que éstas se asentaron sobre una propiedad privada.
El secretario de Gobierno de San Ignacio, Favio Zayas, señaló que “son intrusos en una propiedad privada, porque no tienen ninguna autorización del Municipio. El cacique vino en varias oportunidades para ver de qué manera se les podía ayudar, porque dicen que no les podemos dejar desamparados; pero en este caso no podemos hacer nada, porque no podemos otorgar permisos de ocupación en una propiedad privada”.
Rosalino Ramos contó que el año pasado averiguaron ante el Registro Provincial de la Propiedad de Inmuebles quién figura como el/la titular registral de los territorios sobre los cuales están asentados. Y según el informe de respuesta, “el inmueble solicitado se registra inscripto a nombre de: Municipalidad de San Ignacio”.
En respuesta, Ismael Benítez dijo que “eso no tiene nada que ver. Los lotes que ellos dicen que son de la Municipalidad no son los que están ocupando”.
“La provincia tiene disponible para los aborígenes más de 30 hectáreas en el fondo del Municipio, para que puedan trabajar la tierra, hacer un circuito turístico para vender sus productos; pero ellos quieren el centro urbano”, aseguró el secretario de Gobierno.
El Cacique enfatizó que “no queremos problemas, ni la guerra. Queremos soluciones pacíficamente. Sabemos que hay una Ley de Emergencia Territorial que nos ampara, entonces queremos que esto se solucione con respeto. Para nosotros es muy importante que la Justicia avance porque nos va a permitir vivir tranquilos con nuestras familias. Sin tierra y con incertidumbre no podremos hacer nada”.
Denuncia y solicitud
Por ingreso violento a la Comunidad y amenazas de muerte a los integrantes de Tekoa Mbokajaty, el 26 de agosto de 2010 Rosalino Ramos radicó una denuncia en la Comisaría de San Ignacio contra Ismael Benítez.
“(…) Cuando volví a mi casa mi esposa me dijo que Ismael, cuando yo no estaba volvió a entrar, a las 14 horas aproximadamente, y que la había insultado, diciendo que no le tenía miedo a nadie, y que nos iba a matar a todos, que destruiría nuestras casas, siempre gritando muy fuerte, y que le había hablado en guaraní y mis hijos entendieron y se asustaron”, se lee en la constancia policial firmada por Ramos.
Por otra parte, hace un mes representantes de la Comunidad presentaron una nota al Intendente Arturo Vanderdort y al Concejo Deliberante, en la que solicitaron el reconocimiento de la posesión y propiedad comunitaria de los territorios que ocupan; y denunciaron intimidaciones violentas por parte de las personas que se atribuyen derechos sobre las tierras.
En el documento advirtieron que el no reconocimiento de la titularidad registral “ha posibilitado que hayamos sufrido en los últimos tiempos atropellos de distinta índole, violentando nuestro territorio, nuestra paz comunitaria, con amenazas verbales de que ‘correría nuestra sangre’, intimidaciones con tiros de armas al aire para asustarnos, la colocación de un alambrado que divide el territorio de nuestra comunidad y el corte de árboles nativos a pesar de intentar oponerlos a ello y de decir a los responsables que no lo hagan”.
Según afirmaron desde Tekoa Mbokajaty, desde hace más de dos años se viene alertando de esta situación a los ministerios de Derechos Humanos y Ecología, el Defensor del Pueblo de la Nación, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (Inai) y el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), sin haber obtenido respuestas hasta el momento.
Vulnerabilidad e indefensión
María Josefa “Kiki” Ramírez, integrante del área Tierras del Equipo Misiones de Pastoral Aborigen (Emipa), manifestó que “la invasión, el atropello y violación a la intimidad que supone la entrada de extraños a lugares tan próximos a donde se desarrolla lo más cotidiano y privado de una Comunidad, sin dar ninguna explicación, nos hablan de una sociedad irrespetuosa que aun no ha dejado el colonialismo como modo de relación”.
Asimismo, observó que “el estado de alta vulnerabilidad e indefensión en que se encuentran los Guaraníes, reclaman otra política, soluciones de fondo respaldadas en leyes que ya existen y no se aplican, para proteger el monte y a ellos, pero que no se toman en cuenta. Esto es responsabilidad del Gobierno de la Provincia y en especial del Ministerio de Derechos Humanos”.
“Las autoridades y el pueblo de San Ignacio no solamente deben enorgullecerse mostrando al mundo monumentos de su pasado, sino también velar y ofrecer garantías de vida para los Guaraníes del presente”, reflexionó Ramírez.
Desmonte
En la Comunidad se observan pequeñas plantaciones de maíz, zapallito y otros cultivos. Las viviendas Mbya están rodeadas de lapachos, laureles, timbós, guayubiras, cedros y otros árboles nativos. “Cuando llegamos habían muchos más árboles, ahora queda poco, porque están cortando demasiado”, lamentó Porfirio Benítez, representante legal de Tekoa Mbokajaty.
“Todo lo que yo ‘tumbo’ está autorizado por Yacyretá, porque esa madera va a quedar bajo agua cuando suba la cota. No vamos a dejar que la madera se pudra con el agua… Tenemos todas las autorizaciones y los papeles al día”, aseguró Ismael Benítez.
Señalando una montaña de guayubiras cortadas en gruesos tablones, Porfirio explicó que “no les dejamos sacar esta madera porque está prohibido, estos son árboles nativos, lo que pasa es que las autoridades no controlan nada”.
Amparándose en la Ley de Ambiente Nº 25675, desde la Comunidad reclamaron “protección ante el riesgo de vida actual y futuro que supone la destrucción del escaso monte que nos rodea”.
Amenazas a reporteros de El Territorio
Durante la cobertura de la situación que se registra en el lote 9 sub-división de la fracción 6 de San Ignacio, Ismael Benítez, supuesto encargado de las tierras en las que está asentada la Comunidad Mbya, profirió amenazas al periodista y la reportera gráfica de El Territorio. Con tono agresivo y actitud patoteril, Benítez expresó: “Si vos sacás una nota así, sin rumbo, yo no sé lo que te va a pasar, porque ya varias veces pasó. Tenés que hacer bien tu trabajo. No porque un ‘indio de porquería’ te dijo esto o aquello vas a ir a sacar una nota, porque este señor (por el propietario) no va a jugar con ustedes”.
Seguidamente, se produjo el siguiente diálogo con el periodista:
– Tenés que hacer bien tu trabajo porque sino no vas a ir lejos.
– ¿Cómo que no vas a ir lejos? ¿Es una amenaza?
– Y… el que mal anda, mal acaba. Vos tenés que saber lo que estás haciendo…