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LA MODERNIZACIÓN AGRARIA PROFUNDIZÓ LAS DESIGUALDADES SOCIALES

La Dra. Silvia Lilian Ferro, socia de la Redaf, es profesora de nivel superior de la Universidad Federal para la Integración Latinoamericana (UNILA), de la ciudad brasileña de Foz de Iguazú. Historiadora e Investigadora en temas de desarrollo rural, recientemente publicó un nuevo trabajo denominado ‘El paradigma de Modernización Agraria como fundamento de la pedagogía de la desigualdad en los medios rurales latinoamericanos’. Una investigación que sintetiza la mirada que la autora viene trabajando en las últimas dos décadas sobre varios aspectos de la trama rural fundamentalmente de los países del Mercosur. Por ejemplo, quienes fueron los ‘convidados a la fiesta’ de la modernización agraria y quienes fueron descartados, y sobre el rol que históricamente ocupa la mujer en el mundo rural, entre otros temas. Un documento que intenta ‘provocar’ la reflexión crítica de  técnicos y extensionistas de instituciones públicas y de la sociedad civil sobre sus prácticas cotidianas.

A continuación ofrecemos una entrevista realizada en el marco su nuevo trabajo:

 

Redaf_ En tu investigación hablás de ‘Modernización Agraria’, un concepto que encierra una manera de entender lo rural  y que influyó en un gran sector de las poblaciones de Sudamérica. ¿Qué significa esa mirada y cómo perjudicó específicamente a comunidades campesinas e indígenas?

Silvia Lilian Ferro_ La propuesta de todo el texto fue que esa idea de modernización agraria -que fue tan ampliamente compartida por liberales, marxistas y otros sectores sociales urbano y en gran parte rurales- estaba basada en la idea de una modernización que estaba direccionada a sectores rurales étnicamente muy definidos: el sujeto de la modernización agraria era el gringo, colono, el  chacarero. No se consideraban sujeto de la modernización agraria los pueblos originarios ni los campesinos criollos. Subsiste todavía en distintos sectores ideológicos de la sociedad esa convicción compartida de que la modernización es el camino para disolver las desigualdades sociales, lo que fue claramente desmentido por las realidades de nuestras sociedades, y especialmente en el sector rural.

Dra. Silvia Lilian Ferro

Lo que la modernización agraria hizo fue profundizar las brechas, profundizar las estratificaciones de los que fueron convidados a la fiesta de la modernización agraria -pensada sólo para promover más exportación- y aquellos otros grupos que no eran pasibles de políticas de modernización agraria, los ‘efectos residuales’, los que ‘sobran’ en el campo. La idea era mostrar cómo esa pedagogía, que tan acríticamente incorporan los técnicos, termina siendo un reflejo de su propia situación étnica. Porque los técnicos tampoco son ni oriundo de pueblos originarios ni oriundos del campesinado criollo, en su mayor parte. Son de las clases medias rurales o urbanas descendientes de la inmigración europea. Y reproducen un poco las barreras étnicas que la modernización agraria tiende a consolidar.

_ También señalás la contradicción que existió entre lo ‘técnico’ y lo ‘social’ desde las instituciones que se vinculaban con las poblaciones rurales. ¿Podrías explicarlo?

_ Durante ese período de implantación de instituciones para facilitar la modernización agraria, y hasta incluso el presente, hay una jerarquización: lo técnico sería neutral, aséptico; y por otro lado lo social, como si lo técnico no fuera una creación propia de la convivencia humana. Todo es social, en definitiva, no existe un elemento técnico que prescinda de lo social. Pero sobre todo en las organizaciones de la sociedad civil, en las ONGs, en las instituciones estatales, se mantiene ese binario, esa jerarquización entre lo técnico y lo social. El funcionario, el extensionista, el técnico que se ocupa de transferir tecnológicamente para promover una modernización agraria desde lo técnico está en un escalón diferente que aquel técnico que se ocupa de los impactos sociales de esa modernización, que atiende ‘lo social’. Que generalmente es ‘la’ que atiende lo social, porque eso se jerarquiza también en términos de género: para lo social ‘las’ técnicas, para lo técnico ‘los’ técnicos.    

_ Justamente el documento se refiere a lo poco estudiado que está el vínculo que se fue estableciendo entre varones y mujeres en el mundo rural.  

_Se empezó una discusión en América Latina, sobre todo a partir de la década de los noventa, donde los movimientos de mujeres plantean también a los mundos rurales como espacios de desigualdad de género. Argentina incluso llega más tarde que otras regiones a esa discusión. Pero observo que los técnicos se muestran mucho más reacios que otros grupos a incorporar la perspectiva de igualdad de género. He visto muchas veces a organizaciones de la sociedad civil programando acciones hacia las mujeres rurales que tienen que ver con clases de cocina, higiene, cómo envasar dulces, o sea, seguir cumpliendo las funciones del mundo doméstico. La capacitación sobre lo productivo, sobre los aspectos financieros, sobre cuestiones de orden rentable, se la orientan a los varones, y a las mujeres hacia refuerzos de los estereotipos de género: que están hechas para la domesticidad, para la reproducción. Entonces, me parece que los estereotipos de género de los propios técnicos de las organizaciones de la sociedad civil son muy difíciles de erradicar. Porque han estado ellos mismos criados dentro de estructuras familiares de tipo patriarcal. Y a pesar de que en los últimos años se ha trabajado muy fuerte desde áreas estatales y las propias organizaciones, yo veo que en general no se revisa la cuestión de género en un sentido de la redistribución de las responsabilidades de cuidado, redistribución del poder, sino que se soluciona cumpliendo con lo políticamente correcto y te dicen: ‘¡Pero si acá hay mujeres!’…pero mujeres ¿haciendo qué?, ¿ocupando qué roles dentro de la organización o dentro de la ONG? Generalmente haciendo aquello que los varones no quieren hacer. Y la cuestión de la representación y negociación política y de visibilidad pública, ¿reservada a quién está?. Aunque la desigualdad de género yo no la considero una desigualdad que va sola. No hay una organización productiva, familiar o institucional que sea equitativa en todos los órdenes, pero solamente desigual en términos de género. Nunca hay personas equitativas en todos los otros aspectos pero que se permiten sexismo o machismo. La evidencia del sexismo y del machismo está mostrando toda una visión jerárquica de esa persona, toda una visión de esa pedagogía de la desigualdad con la que participa. Yo lo trabajo al tema de la desigualdad de géneros en el desarrollo rural como un indicador que forma parte de un conjunto de otros indicadores.  

 

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