Setenta organizaciones y redes de la sociedad civil internacional y brasileña crearon este mes el Comité para la Defensa de los Bosques y el Desarrollo Sostenible, que solicita al Senado rechazar un proyecto de ley que amnistiaría a taladores ilegales y facilitaría la deforestación. En esta campaña participan el Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE) y el Instituto de Estudios Socioeconómicos (Inesc).
Fuente: Social Watch
El manifiesto fundacional del Comité, firmado también por la Central Única de Trabajadores, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra y la Asociación Brasileña de ONG, advierte que el proyecto contradice la Constitución, la cual “establece […] con gran claridad, en el artículo 225, que un medio ambiente saludable y equilibrado es un derecho de la colectividad, y que todos –los poderes públicos y la sociedad– tienen el deber de defenderlo para su propio usufructo y el de las futuras generaciones”.
“Ése es el principio fundamental hoy bajo ataque en el Congreso” legislativo, indicaron las organizaciones, entre las cuales figura, además, el sindicato internacional Vía Campesina, Greenpeace Brasil y la Conferencia Nacional de Obispos.
El proyecto en debate, aprobado en mayo por la Cámara de Representantes con el voto de 410 diputados y la oposición de apenas 63, otorgaría una amnistía a hacendados que cometieron talas ilegales hasta 2008 y ampliaría las áreas que se permitiría deforestar con fines de explotación agropecuaria. La presidenta Dilma Roussef manifestó su desacuerdo con la iniciativa y adelantó su intención de vetarla en caso de que se apruebe.
“¿Por qué tanta controversia en torno del mantenimiento de lo que queda de nuestros bosques?”, inquirieron los miembros del Comité. “¿Es posible que, la indignación de ambientalistas, científicos, religiosos, empresarios, representantes de comunidades, movimientos sociales y muchos ciudadanos se deba apenas a un supuesto radicalismo o al deseo de conflicto sin sentido? ¿Es justo decir que los defensores de los bosques no tienen en cuenta a las personas ni sus necesidades de producción y de consumo de alimentos?”
Las organizaciones negaron estar ejerciendo “una defensa pura y simple de los bosques”, a los que consideraron “parte de los sueños de un país con más salud, menos injusticia, en el cual la calidad de vida de todos sea un criterio tenido en cuenta” y donde “los más pobres no sean relegados a lugares destruidos, peligrosos e insalubres”.
“Utilicemos, sí, nuestros recursos naturales, pero de una manera sostenible”, agregaron. “Es decir, con el conocimiento, el cuidado y las técnicas necesarias para evitar su destrucción pura y simple. Es hora de que el país actualice su visión de desarrollo para incorporar esa actitud y esa visión sustentable en todas sus dimensiones.”
Según el Comité, la naturaleza debe ser “respetada para que continúe siendo nuestra principal fuente de vida y no la mensajera de nuestras enfermedades y catástrofes”.
“Durante décadas se ha dicho que el destino de Brasil es el de ser una potencia mundial. Y muchos no se han dado cuenta de que la carta a jugar es su condición ambiental diferente, en tiempos en que el recalentamiento planetario lleva a predicciones sombrías, y en que el acceso al agua es más estratégico que la posesión de petróleo. El agua depende de los bosques. ¿Tenemos derecho a destruirlos aun más?”, cuestionó el Comité.
También “la calidad de la tierra para producir alimentos depende de los bosques”, que son, además, “fundamentales para el equilibrio climático, objetivo de todas las naciones del planeta”.
La desaparición “irresponsable” de bosques, aseguraron las organizaciones, “es la principal causa de desastres ocurridos en áreas de riesgo y que tantas muertes han causado en Brasil y en todo el mundo”.