Si los números son algo más que una cifra fría, y solo para empezar por algún lado, he aquí algunos números: más de veinte mil personas, más de setecientas organizaciones sociales provenientes de seiscientas ochenta localidades diferentes del país, talleres con comisiones de entre cien y doscientas personas, seis días de viaje entre ida y vuelta para llegar en algunos casos: quien quiera oir, que oiga.
Fuente: Enredadando
La sede del Movimiento Tupac Amaru(¿seguimos escuchando los ecos? Hasta el nombre del lugar parece a propósito) fue el lugar de encuentro para continuar el trabajo que miles de personas vienen sosteniendo desde el pie desde hace meses: la Constituyente Social.
En el documento de trabajo (en un estilo ya clásico de educación popular, con los familiares y entrañables dibujos de Eduardo Balán incluidos) que fue utilizado para ir pensando cómo armar este sueño colectivo encontramos algunas claves para describir qué paso en Jujuy el 24 y 25 de octubre pasados: “… el camino hacia la Constituyente Social es un desafío, una tarea y una fiesta. Un desafío porque nos estamos convocando a protagonizar una experiencia política nueva en la Argentina, y queremos hacerlo recuperando lo mejor de nosotros, en el pasado, el presente y el futuro. Una tarea, porque este sistema ha puesto un certificado de defunción al planeta, a la vida y a los pueblos…. Una fiesta porque es cierto que no hay nada más alegre e impredecible que un pueblo construyendo su poder y capacidades. Un trabajo felíz… que nos constituye”. Siguiendo la lectura del mismo documento, encontramos las tres “patas” sobre las que se apoya el proyecto de la Constituyente: distribución de la riqueza, democracia participativa y soberanía política.
Pavada de consignas cuando de lo que se trata ya no es solo de declamarlas sino de darles una vuelta de tuerca para finalmente comprenderlas y encarnarlas como proyecto político, cultural y social para una Argentina que podría ser pero que aún no existe. “AHORA ES CUANDO”, la frase que se difundió para convocar al encuentro de la Constituyente, ya había sido utilizada por Evo Morales en su campaña electoral con el mismo espíritu ya que destacaba que hay pocos países realmente “pobres”, sino que en realidad los han venido empobreciendo. Preguntarnos por la distribución de la riqueza ya no implica exclusivamente hablar de los bienes materiales (“las necesidades básicas”) sino que nos lleva a ir por más: no solo tenemos que terminar con la obscenidad de la muerte de chic@s y ancian@s por hambre en un país que exporta alimentos, sino que vamos más allá; también queremos distribución de nuestras riquezas culturales y simbólicas: educación y conocimiento para tod@s, disfrute de la cultura y el entretenimiento, una vida más plena, ya no una supervivencia.
La democracia participativa es una vieja deuda que nos debemos: romper el cepo que nos impone el artículo 22 de la Constitución Nacional (“El pueblo no gobierna ni delibera sino a través de sus representantes”). Las herramientas para romperlo se encuentran en esa misma Constitución: plesbiscito y consulta popular cuando las decisiones afecten nuestra vida cotidiana.
En el imaginario popular, la soberanía remite casi automáticamente a nuestros reclamos por las Islas Malvinas. Sin embargo, hablar de soberanía es poder discutir cómo disponer de las riquezas naturales con las que cuenta nuestro país, esas que lo hacen un país rico. También implica , una vez más, asegurarnos también nuestro derecho a comer y a elegir qué comer(soberanía alimentaria).
Todo esto se puso en juego y se discutió en Jujuy el pasado fin de semana, además del viejo sueño de constituir un potencial “frente electoral” que se construya desde las organizaciones pero que asegure el acceso a los mecanismos de decisión política necesarios para implementar los sueños de nuestra gente. Además de la presencia de Victor De Gennaro, estuvieron también el diputado Claudio Lozano, el ex candidato a presidente Fernando “Pino” Solanas, el intendente de Morón, Martín Sabatella, y dirigentes de otras fuerzas políticas como el Partido Socialista, para mencionar solo algunos. No faltó tampoco la presencia “internacional”: representantes de centrales obreras, movimientos sociales y partidos políticos de España, Canadá, Francia, Italia, Portugal, Guatemala, Colombia, Panamá, Venezuela, Brasil, Uruguay, Chile, País Vasco, Perú, México también estuvieron en Jujuy.
Como forma de continuar este proceso, se decidió realizar una marcha hacia Capital Federal en el mes de diciembre. La elección del nombre de dicha marcha mostró las diferencias que internamente se debaten al interior de la Central de Trabajadores Argentinos, organización que motoriza la Constituyente Social. En un principio se propuso el nombre de “Marcha Federal” (similar al de la realizada en su momento en clara oposición al gobierno de Carlos Menem y sus políticas neoliberales). Finalmente y tal vez en virtud de que algun@s integrantes de la Central tienen algún alineamiento con el actual gobierno y son por lo tanto menos crític@s, se eligió no llamarla de ese modo. La consigna central coincide con la de la campaña “El hambre es un crimen” en la que también participa la Central junto con el Movimiento de los Chicos del Pueblo.
Las discusiones acaloradas, apasionadas, la conciencia del contexto nacional e internacional turbulento, este pueblo en movimiento parecen abonar a una metáfora de un tiempo lleno de nubarrones pero sentimos, creemos, soñamos, que cuando escampe se parecerá a nuestra esperanza.