Enfrentamientos, discusiones sin fin, desplantes, ojeras, enojos y finalmente… un acuerdo.
La esperada Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague -que se robó la primera plana de todos los medios durante más de dos semanas- produjo finalmente un texto, que para muchos es un avance significativo en la dirección correcta y para otros, un rotundo fracaso. BBC Mundo reflexiona sobre qué se logró realmente en los seis puntos contenciosos de la cumbre.
Fuente: BBC Mundo
Los puntos contenciosos
-Temperatura. El acuerdo reconoce que para evitar consecuencias catastróficas, el aumento de la temperatura no debe sobrepasar los 2ºC (algo que esperaban la mayoría de los países, pero que desilusiona a otros como las Pequeñas Islas Estado, y a otros países vulnerables que fijaban la meta en 1,5ºC).
Sin embargo, tal como está expresado en el documento, no se plantea este límite como un objetivo formal ni tampoco cómo será alcanzado. Sólo reconoce y acepta el punto de vista científico.
-Emisiones de CO2. El acuerdo no fija un año en el que las emisiones deben llegar a su punto más alto para luego iniciar su descenso. Tampoco indica en cuánto se deben reducir las emisiones. Los países deberán anunciar en qué porcentaje reducirán sus emisiones para 2020 el 1º de febrero de 2010 . El acuerdo tampoco menciona metas para 2050.
La fijación de plazos y porcentajes era una de los puntos claves que muchos esperaban estén incluidos en el texto del acuerdo.
-Ayuda financiera. El acuerdo promete aportar US$30.000 millones durante los próximos tres años para ayudar a los países en desarrollo a mitigar los efectos del cambio climático. También promete un fondo -financiado por los países ricos- de US$100.000 millones para 2020.
Sin embargo no está claro de dónde provendrá el dinero, cómo se lo entregará, ni quiénes serán los beneficiarios.
Según señala el corresponsal de la BBC Roger Harrabin, esta suma de dinero que los países ricos han puesto sobre la mesa es la mitad de lo que algunos organismos de la ONU consideran necesario.
El texto indica que estos fondos “están destinados a los países en desarrollo más vulnerables”, algo en lo que no están incluidos la mayoría de países de América Latina. También dice que aquellos países que se opusieron al acuerdo podrían no recibir dinero.
Cabe recordar que Bolivia y Venezuela, por ejemplo, fueron algunos de los más acérrimos detractores del acuerdo.
-Transparencia y verificación. El texto indica que las promesas de los países ricos en cuanto al recorte de sus emisiones serán sometidas a un estricto escrutinio, tal y como lo establece la convención marco sobre cambio climático de la ONU.
Mientras que los países en desarrollo deberán entregar informes nacionales sobre sus recortes aplicando una metodología “que respetará la soberanía nacional”. Pese a ser el país más contaminante del mundo, China aún está considerado un país en desarrollo.
En este sentido, EE.UU. exigía verificar que China esté cumpliendo con sus promesas, algo que el tratado no establece con claridad.
-Estatus legal. El acuerdo aceptado en Copenhague no es vinculante. Esto significa que ninguno de los países que lo reconocen está en la obligación legal de cumplir con lo que establece su texto.
Para muchos países en desarrollo y organizaciones ambientalistas esto le quita cualquier validez.
-Deforestación. El acuerdo promete “financiamiento considerable para evitar la deforestación”. Esto es un punto importante dado que más del 15% de las emisiones de CO2 se deben a la destrucción de los bosques.
El texto del acuerdo reconoce “el papel crucial de la reducción de emisiones a través de la deforestación y la degradación de los bosques (…) y la necesidad de aportar incentivos que ayuden a tales acciones, como el establecimiento inmediato de mecanismos como los REDD (…)”.
Lea: ¿Que son los REDD?
Parte de los puntos del texto sobre la financiación hacen referencia explícita a cómo el dinero internacional se destinará a proyectos de REDD.
Fábrica en Copenhague
El acuerdo no fijó porcentajes para reducir las emisiones.
Para América Latina (nueve países de América del Sur comparten el Amazonas. Además, México y América Central tienen importantes zonas boscosas) esto no puede sino ser una buena noticia.
En líneas generales, señalan Tom Brookes y Tim Nuthall, de la Fundación Europea del Clima, en un artículo publicado en la BBC, y más allá de las críticas, algo que se le debe agradecer a la cumbre es que al menos ya no quedan dudas de que el cambio climático se ha convertido en un tema central de la discusión política para todos los países.
Y por otra parte, la conciencia pública sobre el cambio climático ha aumentado de forma masiva, y tanto para los países desarrollados como para aquellos en desarrollo, el futuro apunta una economía baja en carbono.
Copenhague habrá llegado a su fin, pero dada la cantidad de temas que el acuerdo ha dejado sin resolver los líderes mundiales deberán continuar debatiendo las políticas para hacerle frente al cambio climático por largo rato.