En el chaco salteño no hay estadísticas precisas, pero cada vez se conocen más casos de mujeres indígenas que mueren por un cáncer uterino terminal. Muchas mujeres Wichí no llegan al hospital y mueren en sus casas por las fuertes hemorragias que provoca el tumor, y estas muertes sin atención médica no siempre son registradas con precisión en el diagnóstico ni son notificadas en las estadísticas sanitarias.
Por Marita Vallejos Fuente: Telesur
El cáncer de cuello de útero es la segunda causa de muerte entre mujeres, a pesar de que podría prevenirse con los conocimientos y tecnologías actualmente disponibles. Las mujeres pobres son las principales afectadas. En una comunidad wichí en Salta, la incidencia es más alta aún.
”Es más fácil si en la salita hay una médica, porque hay muchas mujeres que no quieren atenderse con un varón. Y es importante que les hablen, que les expliquen, que les tengan paciencia. El médico tiene que hablar con las mujeres para que ellas le tomen confianza. Las mujeres wichí tienen sus tiempos, su vergüenza”. Grisel, enfermera.
”En los hospitales no siempre nos tratan bien. A mi me ha pasado que he estado toda la noche esperando un turno que me tendrían que haber dado acá, en la salita. Nos hacen esperar porque somos wichí. Yo, así, no vuelvo más”.
Ester, mujer wichí.
Estos comentarios se escucharon en charlas sobre prevención de cáncer uterino y promoción del Papanicolau que se hicieron a mediados de agosto en Misión Chaqueña de Salta; localidad donde solo el año pasado murieron cinco mujeres por cáncer de útero.
Días más tarde, el domingo 23 de agosto se realizó la Sexta Maratón Wichí contra el cáncer de cuello uterino con el Apoyo de UNICEF Argentina, y los ministerios de Salud de la Nación y de Salta, a través del programa nacional y provincial de prevención de cáncer cérvico-uterino.
El objetivo fue concientizar e incentivar a la población, especialmente a las mujeres de las comunidades aborígenes de entre 25 y 64 años, a realizarse el Papanicolau (PAP), un estudio gratuito que detecta lesiones en el cuello de útero para tratarlas antes de que se convierta en tumor. Si bien el PAP es un estudio que todas las mujeres tienen derecho a exigir, la mayoría de las mujeres Wichí no lo sabe y en consecuencia, no lo reclama.
En el chaco salteño no hay estadísticas precisas, pero cada vez se conocen más casos de mujeres indígenas que mueren por un cáncer uterino terminal. En el último año, sólo en Misión Chaqueña al menos cinco mujeres fallecieron de cuello uterino, recibieron el diagnóstico tarde cuando ya no tenían posibilidades de acceder a un tratamiento.
Las autoridades sanitarias de Salta señalaron que es probable que estos cinco casos registrados por la propia comunidad no reflejen la totalidad de fallecimientos por esta causa: muchas mujeres Wichí no llegan al hospital y mueren en sus casas por las fuertes hemorragias que provoca el tumor, y estas muertes sin atención médica no siempre son registradas con precisión en el diagnóstico ni son notificadas en las estadísticas sanitarias.
Esta situación alarmó a los líderes Wichí quienes con el apoyo de UNICEF pudieron contactarse con las autoridades sanitarias y así pudieron organizar la maratón bajo el lema: “Mujer, hacete un PAP”.
Días previos a la maratón, los médicos del Hospital de Embarcación y de la posta de salud del chaco salteño, donde se atiende la población Wichí, conversaron con las mujeres y se realizaron talleres en los que se entregó material de información y prevención editado tanto en español como en Wichí. Durante las charlas, se escucharon las voces de las mujeres Wichí: Griselda es enfermera y aseguró que “es más fácil si en la salita hay una médica, porque hay muchas mujeres que no quieren atenderse con un varón”.
Fermina, una de las líderes de la comunidad, dijo que a las mujeres les da mucha vergüenza, “a veces van a la posta de salud porque tienen hemorragias y le dicen al médico que le duele la cabeza para que les de una pastilla cualquiera, porque piensan que con eso se van a curar. Muchas veces no se animan a decirle al médico o al enfermero lo que les pasa porque piensan que van a hablar mal de ellas”. También Margarita contó que a ella le han hecho “eso” (un PAP) cuando estaba embarazada, pero dijo que el médico no le explicó nada y que nunca le dio un resultado.
Salta es la segunda provincia del país que registra más muertes por este tipo de cáncer: según cifras oficiales, 80 mujeres mueren cada año por esta causa y como muchas de ellas son madres, dejan huérfanos a alrededor de 240 niños.
La situación en el resto del país
La Dra. Silvina Arrosi es la responsable del Proyecto para el Mejoramiento del Programa Nacional de Cáncer de Cuello Uterino en Argentina, una investigación que fue presentada en diciembre de 2007 bajo la supervisión técnica de la OPS (Organización Panamericana de Salud).
En el informe, Arrosi señala que “el cáncer de cuello de útero ocupa el segundo lugar entre los tipos de cáncer más comunes entre mujeres a nivel mundial, y es la segunda causa de muerte por cáncer, a pesar de que la enfermedad podría prevenirse casi por completo gracias a los conocimientos y tecnologías actualmente disponibles”. Sostiene que afecta principalmente a mujeres de bajo nivel socioeconómico, que no acceden al sistema de control y prevención.
“La enfermedad y muerte de estas mujeres tiene consecuencias devastadoras para las condiciones de vida de sus familias, ocasionando la pérdida de trabajo, ingresos y el ausentismo escolar de los niños del hogar. De manera que, el cáncer de cuello de útero no sólo afecta a las mujeres sino que a su vez es un factor que intensifica la pobreza y la vulnerabilidad social”.
El informe indica que “en Argentina, el cáncer de cuello de útero el es segundo cáncer más diagnosticado en mujeres, con una incidencia estimada de 23,2 casos por 100.000 mujeres. Se estima que cada año se diagnostican alrededor de 3.000 casos nuevos y mueren aproximadamente 1.600 mujeres a causa de la enfermedad. Al mismo tiempo, en los últimos treinta años no ha habido descensos significativos de la mortalidad por esta causa. Sin embargo, a pesar de la falta de impacto de las acciones preventivas organizadas en nuestro país, no ha habido un análisis sistemático para comprender en profundidad las razones de este fracaso”.
En nuestro país prácticamente no existen estudios sobre la condición social de las pacientes de bajo nivel económico. Un estudio realizado en Buenos Aires, en el Instituto “Ángel H. Roffo”, mostró que el 75% tenía nivel educativo bajo, 45% pertenecían a hogares bajo la línea de pobreza, 75,8% no tenía obra social o cobertura privada de salud, y 35% eran jefas de hogar.
El 32% de las pacientes fueron diagnosticadas en estadios avanzados, y en el momento de dicho diagnóstico tenían empleos informales, sin protección social.
El mencionado estudio mostró asimismo que la pérdida de ingresos asociadas a la enfermedad es enorme: todas las mujeres que trabajaban en el momento del diagnóstico tuvieron que dejar de hacerlo, y una gran mayoría (81%) perdió los ingresos. Como resultado, el nivel de pobreza en la población de pacientes pasó de un 45% al momento del diagnóstico a un 57% luego del tratamiento. Es decir, que el cáncer de cuello de útero no sólo afecta a uno de los sectores más vulnerables de la población sino que también la enfermedad actúa como factor generador de pobreza y vulnerabilidad social.
En el informe presentado por la Dra. Arrosi se demuestra que en Argentina las acciones de prevención implementadas en los últimos 20 años no han sido efectivas para reducir la mortalidad por esta enfermedad; además el país se caracteriza por una gran desigualdad en la distribución de la mortalidad por esta causa, con 13 jurisdicciones por encima del valor nacional. Las provincias con mayor tasa (Jujuy, Chaco, Misiones, Formosa y Salta) presentan valores cuatro veces más altos que el de la jurisdicción con menor moralidad (Ciudad de Buenos Aires).
Como conclusión, el informe apunta a reducir la incidencia y la mortalidad por cáncer de cuello de útero a través de una alta cobertura de la población más expuesta, que son las mujeres de 35 y 64 años, un testeo de calidad y un adecuado seguimiento y tratamiento de las lesiones precancerosas y cáncer detectadas.
Es que el pronóstico de los pacientes con cáncer cervical depende en gran medida de lo avanzada que se encuentre la enfermedad pero existen tratamientos que permiten curaciones cercanas al 100 % para la etapa preinvasora y que además permiten conservar la fertilidad de la mujer.