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Magui Charpentier: “El campo es tan formador como la escuela”

>ENTREVISTA A SOCIA HONORARIA DE LA REDAF

Entrevistamos a ‘Maguí’ Charpentier, una de las socias honorarias la REDAF y también reconocida precursora de las Escuelas de la Familia Agrícola (EFAs). Ella nos cuenta sus comienzos en Argentina y su labor para implementar lo que se denomina ‘sistema de alternancia’, una propuesta pedagógica que reconoce el aporte fundamental de las familias campesinas en la formación educativa de los estudiantes.   

 

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De izq. a der.: Maguí Charpentier y Marta Fernández de Stahringer, socias honorarias de la REDAF.

Margarita Faure de Charpentier, más conocida como ‘Maguí’ Charpentier, fue nombrada como socia honoraria de la REDAF desde el año 2011. El ingeniero forestal ‘Beto’ Larrea, integrante de la comisión directiva de la Red en ese momento, refresca algunas razones de dicha decisión: “Es  una persona que estuvo desde los comienzos haciendo sus aportes, como representante de INCUPO, en lo que es salud y alimentación a partir de los ecosistemas. Incluso después de jubilada, siempre estuvo colaborando con  la región chaqueña. Se le reconocía, entonces, su recorrido en la vida y también estudios y sistematizaciones  que nadie había hecho hasta ese momento.”

Uno de sus aportes a la región fue, junto con su esposo Jean Charpentier, la puesta en marcha de las Escuelas de la Familia Agraria (EFAs). Las mismas surgen en Argentina a fines de la década del 60, como réplica de experiencias que nacieron en Francia por iniciativa de las propias familias. Maguí y Jean, como pioneros de las EFAs en nuestro país, fueron los “fundadores pedagógicos e ideológicos de esta propuesta”, explica el Prof. Abel Fenoglio, director del Instituto de Capacitación de Monitores (ICAM), centro educativo  de nivel superior que surge del riñón de las EFAs y que forma a los futuros docentes de las mismas. El director Fenoglio agrega que “ellos crearon, junto con los equipos que fueron sumando en torno a sus figuras, toda esta propuesta de la pedagogía de la alternancia”, y que “la principal preocupación que sintieron fue cómo partir de lo latinoamericano con esta propuesta”.

Hoy en día, el sistema de EFAs es una red que alcanza las 70 escuelas distribuidas en las provincias de Chaco, Corrientes, Misiones, Formosa, Salta, Santiago del Estero, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe. Los alumnos alternan 15 días en sus hogares, donde realizan sus prácticas, y otros 15 días en los establecimientos educativos, desarrollando contenidos teóricos y reflexionando sobre sus prácticas. Este sistema involucra a las familias de los alumnos. Los docentes acompañan, intercambian ideas, pero son los padres los que participan de las asambleas, asumen cargos en la administración y en los consejos directivos.

Como reconocimiento, la asociación civil que dirige al ICAM se llama ‘Jean Charpentier’. Y desde no hace mucho tiempo, el predio del futuro edificio del ICAM se denomina ‘Maguí de Charpentier’. Justamente ella fue nuevamente reconocida por su labor en las EFAs, junto a nuestra otra socia honoraria Marta Fernández de Stahringer, en un encuentro que el ICAM organizó para explicar el proyecto de relocalización de su edificio. En ese marco entrevistamos a Maguí Charpentier.


REDAF_ ¿Qué sentiste cuando pusieron tu nombre al predio donde se construirá el nuevo ICAM?

MAGUÍ CHARPENTIER_ Sentí un verdadero honor que algo lleve tu nombre. Con este honor me viene otro honor: de toda la gente que asistió aquí, soy la primera en vivir la alternancia. Porque cuando vivía en Francia y tenía 19 años, en una familia de once hijos, pude hacer estudios de economía familiar con opción rural gracias a una beca de las EFAs. Porque mi familia era numerosa, y mis padres hacían lo imposible para que estudiemos. Y luego, a esa beca la tuve que pagar haciendo 3 años de monitora en una escuela de familia agrícola. Así que son muchos honores para mí. Me siento vieja, porque tengo mucho más pasado que futuro. Pero fue una cosa muy interesante.

 

R_ ¿Qué recordás, junto a Jean, sobre los inicios del proyecto?

M.C_ Mi marido era de un medio rural muy humilde. Pudo terminar la primaria. Después creo que hizo un curso por correspondencia, pero militó enseguida en la Acción Católica Rural. Fue responsable departamental, después regional. A partir de eso lo mandan a España y a África para crear grupos de Acción Católica Rural. Y le fue muy bien porque era justo después que las colonias francesas tuvieron su independencia. Por lo tanto había como una euforia en la gente, y en poco tiempo creó 1200 grupos de Acción Católica Rural en África. Y cuando terminó su mandato, por su experiencia internacional, las EFAs francesas le dan la responsabilidad del servicio internacional, porque en ese momento tenían muchos pedidos de otros países y buscaban a alguien que tuviera experiencia internacional. Lo sorprendente de mi marido es que ni siquiera tenía bachillerato y terminó, por su experiencia, dictando clases en La Sorbona, en París. Él era el bocho y yo tenía los títulos.

 

R_ ¿Por qué llegan a la Argentina?

M.C_ En un momento, cuando era del servicio internacional, le dan una recorrida por todos los países, en particular de América Latina, donde había ganas de hacer EFAs. Y la EFA de Moussy (norte de Santa Fe) ya existía, junto con Rafaela, que no es más EFA. Y cuando vuelve a Francia, lo que él explica es que, de todos los países de América Latina, sobre todo Argentina era la más dispuesta a hacer EFAs. Y que la gente de Argentina le había pedido que vuelva a ese país para ser asesor. Eso era al comienzo del 70; y en junio del 70 nos trasladamos con toda la familia a Argentina. Así fue cómo llegamos aquí. La provincia de Santa Fe era la que más pedía la creación de escuelas de alternancia, así que nos instalamos en Reconquista. Aquí me pusieron como directora del centro de capacitación de alternancia.

R_¿Por qué las EFAs se instalaron sobre todo en el norte argentino?

M.C_ Porque los pedidos venían sobre todo del norte. No había pedidos casi al sur.

 

R_¿Cuál era el proyecto que tenían de las EFAs de ese momento?  

M.C_ Para mí era un proyecto enorme. Pensar la alternancia en un país nuevo significaba pensar mucho toda esa formación. Me ocupaba mucho tiempo eso.

R_¿Qué diferenciaba a la alternancia de otras maneras de entender la formación o educación rural?

M.C_ Era tan difícil que la gente entienda que el campo podía ser tan formador como la escuela. Era todo un logro a conseguir. El reconocimiento de la potencialidad de capacitación que tenía el campo.

Una cosita que quería aclarar de lo que se dijo esta mañana. Para mí, cuando el ICAM dice que precisa terreno está bien. Pero el terreno del ICAM no es para práctica de los alumnos, es para investigación. La práctica se tiene que hacer en el campo. Sobre todo que ahora, hasta los más pequeños campesinos están mucho más capacitados para enseñar a los alumnos. Y la otra reflexión que me vino escuchando es que el sistema de alternancia precisa mucha imaginación, mucha creatividad, mucho más flexibilidad. No puede ser un sistema mecánico. Y me parece que por eso es tan formador de la gente. Los alumnos que han vivido las experiencias de alternancia te dicen: “se me abrió la cabeza”. Te hace hacer ese tipo de reflexión. Y además le queda claro que no hay uno más alto que el otro, todos estamos en el mismo nivel. El mismo nivel de búsqueda; todos podemos aportar. Yo creo que esos valores humanos que son muy importantes.

 

 

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