Desde 1996, el día 17 de abril, los movimientos campesinos de todo el mundo celebran el Día Internacional de la Lucha Campesina. Después de trece años, vemos como situaciones de amedrentamiento, desalojos y violencia siguen afectando a campesinos y aborígenes. Sólo en la región Chaqueña argentina la REDAF tiene registrados 119 casos de conflicto. Una pequeña muestra de un problema que afecta directamente a cerca de medio millón de argentinos. Pero que en definitiva nos compete a todos.
Por Roberto Larrea Presidente Red Agroforestal Chaco Argentina (REDAF)Desde 1996, el día 17 de abril, los movimientos campesinos de todo el mundo celebran el Día Internacional de la Lucha Campesina. La fecha conmemora la masacre ocurrida El dorado de Carajás (Brasil), en la que murieron 19 campesinos, 69 personas resultaron mutiladas y hubo centenas de heridos, todos ellos pertenecientes al Movimiento Sin Tierra (MST).
Después de 13 años de esta masacre, ninguno de los responsables ha sido condenado. Después de trece años, vemos como situaciones de amedrentamiento, desalojos y violencia siguen afectando a campesinos y aborígenes, particularmente de América Latina. Y siguen en la impunidad no sólo las acciones de violencia más directas. Los que rocían poblados con agroquímicos, los que desmontan sin control para el monocultivo, los que hacen la vista gorda ante los abusos… todos ellos siguen en la impunidad, enarbolando en su defensa la bandera del desarrollo.
En la región chaqueña argentina, la situación es particularmente crítica. El 70% de los desmontes irracionales de nuestro país ocurren en este territorio, que es la mayor área forestal de nuestro país y la segunda en importancia en Sudamérica después de la Amazonia. Estos no son sólo árboles que desaparecen, son comunidades indígenas que pierden su sustento, son campesinos que se ven forzados a emigrar. Es el exterminio de sistemas de vida.
Y los que resisten, los que quieren seguir viviendo y trabajando en el campo, haciendo producción sana y diversificada, protegiendo sus semillas, fortaleciendo su identidad, deben luchar contra gigantes. Ahí están las familias afectadas por las fumigaciones con glifosato en Loma Senés, Formosa; las comunidades campesinas de Santiago del Estero violentadas y expulsadas de las tierras que habitaron por generaciones. Les dicen que no les pertenecen, porque no tienen ningún papel que lo acredite. Están también los campesinos de Chaco, que se ven obligados a vivir en las banquinas y los aborígenes de Salta cercados por los desmontes.
El Observatorio de Tierras, Recursos Naturales y Medio Ambiente de la Red Agroforestal Chaco Argentina (REDAF), tiene registrados hasta el momento 119 casos de conflictos de tierra o ambientales en la región. Una pequeña muestra de un problema que afecta directamente a cerca de medio millón de argentinos. Pero que en definitiva nos compete a todos.
Fortalecer al sector campesino es más vida para el campo, pero también para la ciudad. El resguardo de nuestra Soberanía Alimentaria, el cuidado de nuestros recursos naturales, el freno a la extranjerización de la tierra, la descongestión de las grandes ciudades y de sus cordones de pobreza, incluso el fortalecimiento de nuestra cultura y tradiciones, están íntimamente ligados a la revalorización de nuestro mundo campesino.
El campo no es una extensión de terreno plagada de soja. El campo que defendemos está lleno de vida: de jóvenes, hombres y mujeres organizándose y proponiendo políticas públicas que los consideren. Parece que nadie los escucha, pero siguen luchando.
es muy emotivo el comentario porque rebaloriza a las comunidades aboriguenes y criollos que siguen teniendo problemas estructurales y politicos que todavia esta democracia no lo pudo resolver.