Mientras buena parte de los expertos en salud del mundo concentran su atención en el sida, la malaria y la tuberculosis, pocos recursos se destinan a enfermedades tropicales olvidadas como el dengue, la anquilostomiasis y la esquistosomiasis, que afectan a 1.000 millones de personas.
Por Stephen Leahy Agencia IPS
CANCÚN, México, 3 nov (IPS) – Mientras buena parte de los expertos en salud del mundo concentran su atención en el sida, la malaria y la tuberculosis, pocos recursos se destinan a enfermedades tropicales olvidadas como el dengue, la anquilostomiasis y la esquistosomiasis, que afectan a 1.000 millones de personas.
Pero laboratorios pequeños en países emergentes despiertan hoy la esperanza de que se desarrollen tratamientos innovadores y baratos, según el estudio “Business Plan To Help The Global South In Its Fight Against Neglected Diseases” (“Plan de negocios para ayudar al Sur global en lucha contra enfermedades olvidadas”).
El informe fue publicado este martes en la edición noviembre-diciembre de la revista especializada estadounidense Health Affairs.
“Todos piensan que los laboratorios multinacionales pueden proporcionar vacunas y diagnósticos para las enfermedades tropicales olvidadas”, dijo uno de los autores del estudio, Peter Singer, del Centro McLaughlin-Rotman para la Salud Global, perteneciente a la canadiense Universidad de Toronto.
Pero la investigación recién divulgada “demuestra que son las pequeñas empresas biomédicas del mundo en desarrollo las que lo están haciendo”, sostuvo.
Singer y sus colegas documentaron por primera vez los productos e innovaciones de 78 pequeñas y medianas compañías biotecnológicas de alcance local en Brasil, China, India y Sudáfrica.
Colectivamente, estas empresas elaboraron 123 productos, entre ellos vacunas, fármacos y análisis de diagnóstico para todas las enfermedades tropicales olvidadas, así como para la malaria o paludismo, la tuberculosis y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
Aproximadamente la mitad de las enfermedades tropicales fueron específicamente abordadas por esas compañías, principalmente mediante nuevos productos, no versiones genéricas, señala el estudio.
“Éstas son enfermedades de los pobres y estas compañías locales basan su modelo empresarial sobre innovaciones baratas para satisfacer las necesidades locales”, declaró Singer a IPS.
“El dueño de una de esas empresas me dijo: ‘Lo que para usted son enfermedades de pobres, para nosotros son oportunidades de mercado’”, agregó.
Entre las enfermedades tropicales olvidadas figuran el tracoma, principal causa prevenible de ceguera en el mundo; elefantiasis, lepra, dengue, anquilostomiasis y esquistosomiasis.
Sin embargo, el gasto mundial destinado a combatir esos males equivale a un gota en el mar –apenas 500 millones de dólares en 2007– o alrededor de cinco por ciento del total invertido en nuevos medicamentos, vacunas y métodos de diagnóstico.
Estas enfermedades raramente ocupan la portada de los diarios, pero perjudican la productividad económica de las comunidades afectadas y detienen el desarrollo nacional, sostiene el informe.
Los laboratorios multinacionales no pueden, simplemente, obtener ganancias desarrollando productos para satisfacer esta necesidad, excepto si recurren a las donaciones, añade.
“No exigimos el reemplazo de la caridad de las multinacionales. Más bien señalamos que en los propios países en desarrollo hay una fuente de innovación barata que no ha sido plenamente aprovechada”, dijo Singer.
Las empresas de las economías emergentes llenan ahora ese vacío, desarrollando productos innovadores contra enfermedades tropicales olvidadas. Muchas de esas firmas logran llegar a los mercados regionales. Y esto es como una mina de oro sin explotar ubicada en el Sur pobre, y cuya explotación es necesaria, opinó Singer.
“Lo que ellos requieren con urgencia es ayuda para que esos productos y sus beneficios lleguen a lugares distantes”, planteó.
Los autores del informe proponen un servicio sin fines de lucro para brindar la pericia necesaria a fin de ayudar a las firmas del Sur en desarrollo a que sus productos pasen del laboratorio a otras comunidades de todo el mundo.
El proyecto “Global Health Accelerator” (acelerador de la salud mundial) buscará concretar este objetivo conectando a una diversa comunidad internacional de innovadores en biotecnología, facilitando redes de asociaciones entre organismos del sector público y compañías e instituciones privadas, proporcionando servicios de apoyo empresarial y operando como un centro independiente que vincule a firmas, inversores y partes interesadas.
Este programa aprovechará el poder de las redes para conectar a agencias donantes, fundaciones, instituciones de finanzas para el desarrollo, individuos particulares y capitalistas de riesgo compartido interesados en financiar a innovadoras compañías de países pobres, señala el estudio.
La propuesta también incluye un premio anual –el Global Health EnterPrize–, para alentar y reconocer a nuevos métodos de diagnóstico, fármacos, vacunas o aparatos con un impacto sanitario mundial que hayan sido desarrollados por empresas del Sur.
“Pensamos en el Global Health Accelerator como un FedEx (firma de correo privado) para nuevos medicamentos, vacunas y métodos de diagnóstico para combatir enfermedades tropicales olvidadas”, dijo Singer.
Sarah Frew, otra coautora del informe, consideró que las empresas de los países emergentes perciben oportunidades de negocios en la cura de enfermedades, pero suelen carecer de conocimientos en áreas como las regulaciones internacionales, la evaluación de mercado y el posicionamiento de los productos, lo que incluye la fijación de precios, el acceso al crédito y la identificación de socios internacionales para la comercialización. El potencial de investigación y desarrollo del Sur pobre es mucho mayor que el de las 78 firmas documentadas en el estudio.
“Hay más de 500 empresas de biotecnología sanitaria, y muchos más institutos académicos y universitarios en países como Malasia, Indonesia y México. El talento creativo está allí, pero los obstáculos, de los cuales el financiamiento es apenas uno, impiden el progreso y frustran los esfuerzos actuales”, dijo Frew a IPS.
En la misma edición de la revista Health Affairs, el subeditor Philip Musgrove y el coautor Peter Hotez sostienen que los esfuerzos concertados pueden vencer muchas enfermedades olvidadas.
“Las enfermedades olvidadas afectan a millones de vidas, pero pueden ser tratadas o eliminadas a un costo relativamente bajo”, dijo Musgrove.
“Es tiempo de que el mundo actúe”, opinó.