Resistencia, la mayor concentración urbana de la provincia donde vive más de la mitad de sus habitantes, parece seguir dormida frente a los problemas y sueños que tiene el interior. Dos Chacos distintos.
Por José Valentín Derewicki
Fuente Diario Norte 13 de agosto de 2008
Una capital que se revuelve en batallas diarias donde se ha perdido, incluso, hasta la racionalidad para encarar la solución de los problemas. Están de espaldas a los sueños de progreso un interior que produce a pesar de la sequía, inundaciones en algunas oportunidades, falta de infraestructura para impulsar su desarrollo. Una capital política divorciada de la realidad, se podría decir.
Sin embargo, existen algunos signos alentadores que podrían ayudar a cambiar la historia de un Chaco que fue cayendo en picada en cuanto a su inserción dentro del contexto regional y nacional. Es que en esta última semana y la actual, técnicos de importantes organismos gubernamentales como el INTA, productores, funcionarios provinciales y entidades, se trenzaron en un debate con miras hacia el futuro. Por un lado las jornadas forestales donde se debatió la actual Ley de Bosques nacional y, por el otro, los ingenieros agrónomos que pusieron sobre el tapete las posibilidades de desarrollo de la producción primaria y, terminamos hoy con el algodón y sus posibilidades de expansión en cuanto a superficie y comercialización en el exterior.
Se podría decir que en estos días, se comenzó a discutir el futuro agroeconómico del Chaco con vistas al bicentenario. Un aporte que constituye un desafío para una provincia que depende de su sector primario.
Habrá que decir que los encuentros como los de Sáenz Peña tienen un condimento especial. En primer lugar porque venimos de una crisis del gobierno nacional con el campo y, por otro lado, los problemas que habrá que afrontar en esta nueva etapa con instrumentos como la Ley Bonasso en bosques naturales, los avances de un mundo globalizado que cambia constantemente, los inconvenientes que surgen del cambio climático y, dentro de ese marco, y las expectativas que genera la novel gestión del contador Jorge Milton Capitanich.
Producción y reforma del Estado
Panorama complejo pero atrapante en cuanto a desafíos. Si alguien no lo advirtió, Capitanich viene empujando una reforma del Estado hacia adentro porque se encontró que los cuadros de los distintos ministerios prácticamente están diezmados dejando en casi un total desamparo a un Estado que tiene la obligación de velar por la aplicación y el cumplimiento de las leyes. La burocracia bien entendida, imprescindible para que todo Estado funcione al ritmo que hoy exige la sociedad y no trabe acciones de los propios gobernantes está diezmada. Hoy cuando está de moda hablar de “políticas” esta acción tendrá que ir acompañada del necesario reordenamiento del Estado para estructuras los objetivos productivos y económicos de la sociedad, sin descuidar el día a día que tiene que vigilar y atender el Estado. Estrategia, que le dicen.
El desafío del reordenamiento
La discusión de la nueva Ley de Bosques, en la que la actividad forestal sigue constituyendo una de las patas de la mesa del desarrollo económico reveló que tenemos muchos agujeros negros donde se filtran aquellos que se dicen productores pero que en realidad son depredadores de nuestros bosques por lo que, como lo admitió Capitanich, habrá que ser más que eficientes para cuidar y aprovechar adecuadamente la masa boscosa. Desafió con una primera tarea: antes de fin de año tendrá que estar terminado, en consenso con las entidades y sectores, el reordenamiento territorial que servirá de base para desarrollar las políticas hacia el futuro. No se trata sólo de hacer buenas leyes sino de que “las reglas de juego claras que se impulsarán” como dijo el gobernador, permitan compatibilizar la expansión de la frontera agropecuaria con un modelo de producción de carácter sustentable ambientalmente.
No será fácil pero en la reunión en el INTA de Sáenz Peña los distintos disertantes e interlocutores demostraron que hay creciente interés en alcanzar un adecuado ordenamiento y, también, suficiente materia gris para avanzar en lo que será el futuro como es compatibilizar técnicas de producción para cuidar nuestros recursos como el suelo, el agua y el monte para que el medio ambiente no sea agredido y continuemos con un aceptable nivel de vida. La generación de información adecuada y creíble que sirva para que, en el disenso, logremos diagramar una estrategia como provincia para defender posiciones ante la Nación y dentro de una región, como la del Gran Chaco, que se extiende a Bolivia y Brasil, que no admite más dilaciones en el ordenamiento de sus recursos.
Expansión sin destruir bosques
¿Acaso no sorprendieron los números que tiró sobre la mesa el ingeniero Eduardo Delssin, titular de la región Chaco- Formosa del INTA, sobre la expansión de la superficie de siembra que hubo en la provincia en las tres últimas campañas que llegaron a las 200.000 hectáreas anuales? Pero tal vez el dato más impactante fue que podemos incorporar 1.600.000 hectáreas más de tierra a la producción sin tener que desmontar. El cálculo productivo es auspicioso observado desde ese punto de vista porque si hoy con 1.700.000 hectáreas con doble cultivo tenemos una producción de 1.000 millones de dólares, con la incorporación de tierras de la que hablamos podríamos obtener el doble, sin tener que destrozar nuestros montes para implantar los cultivos necesarios para una adecuada rotación.
Es decir, y como muchos productores que aprendieron a explotar racionalmente los montes lo saben, con la masa boscosa actual y sin necesidad de depredarla, podríamos alcanzar el adecuado beneficio para cerrar un círculo económico que hoy se nos hace difícil retener en la provincia. Allí está el ejemplo (¿o el mal ejemplo?) del algodón. Hasta ahora no supimos mantener una superficie constante a través de los años para brindarle, aunque más no fuera al país, la cantidad de fibra necesaria para atender su industria en expansión y ni siquiera continuar con la tarea de investigación que tuvo sus inicios hace más de 35 años en el INTA. Hoy comenzó un cambio. Tenemos las industrias como la instalada en Puerto Tirol pero no la materia prima, el algodón. Hay optimismo en la campaña que se iniciará en septiembre-octubre pero veremos que pasará porque son muchos los interrogantes y los garúes que en los últimos años vienen prometiendo soluciones pero a la hora de los bifes los resultados no aparecen.
Por cierto que falta la otra gran producción chaqueña y que también crece: la ganadería. Allí también hay que ajustar muchos detalles para que la industria frigorífica, hoy atomizada y con capacidad ociosa, cobre vuelo propio. Sería interesante una discusión a fondo con todos los actores para que, al igual que en agricultura y bosques, nos pongamos a cinchar todos en un mismo sentido y con objetivos definidos porque el bicentenario ya está en el horizonte.