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Transgénicos: Promesas, estrategias y políticas de Estado

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“Desde la abrupta liberación de la soja resistente al herbicida glifosato realizada durante el gobierno de Menen hasta la actualidad no se ha detenido la aprobación y liberación de nuevos OGM. Hoy nos encontramos frente a la amenaza de la liberación de nuevos OGM resistentes a herbicidas e insecticidas “. Columna del Ing. Agrónomo Ms. Sc. Javier Souza Casadinho, Coordinador regional de la Red de Acción en plaguicidas y sus Alternativas de América Latina -RAPAL, a partir del análisis de un artículo del diario La Nación, suplemento rural, del 22 de febrero de 2014.

Fuente: RAP-AL

El contexto económico, ambiental, social y político en el cual se desarrollan las actividades agrarias en la Argentina se presenta dinámico y complejo. El cambio climático, la presión impositiva, el alza en los precios de los insumos agrícolas, la constante elevación del precio de los alimentos va moldeando la posición y opinión de los actores participantes del campo de acciones de la producción , distribución y consumo de productos agrícolas; los consumidores, las empresas proveedoras de insumos, los productores, el estado nacional y los provinciales. Cada uno según su posición y dotación de capital tomará sus estrategias para alcanzar sus objetivos.

Uno de los temas en debate es el de la liberación y adopción de cultivos modificados genéticamente – trangénicos- que desde el año 1996 se expanden en el país con la promesa de incrementar los rendimientos, mejorar la lucha contra insectos y plantas silvestres reduciendo el consumo de plaguicidas. Promesas, que la realidad de las estadísticas y las afirmaciones de los productores, quienes deben permanentemente cambiar sus estrategias, muestras sus contradicciones y falacias.

Las empresas transformacionales, y las asociaciones que las agrupan, junto con las instituciones oficiales son los actores que más han actuado para permitir la investigación, transferencia y adopción de los cultivos transgénicos mostrándolos como eficaces, seguros y sin impacto ambiental y en la salud de los seres humanos.

En este contexto cobra importancia el reporte del Servicio Internacional para las adquisición de aplicaciones agrobiotecnológicas (Isaaa) que bajo el título “La superficie con cultivos transgénicos creció un 3%” fue publicado en el suplemento rural del diario la Nación el pasado sábado: “La superficie sembrada a nivel mundial con cultivos genéticamente modificados se incrementó un 3 % en 2013 respecto a 2012 y alcanzó los 180 millones de hectáreas”. Según esa misma institución,” la Argentina se ubica en el tercer lugar entre los países que utilizan esta tecnología con 24,4 millones de hectáreas sembradas”. El presidente de Isaaa, James Clive, afirma “los países en desarrollo continúan avanzando en la investigación, desarrollo y la comercialización de biotecnología y han demostrado la voluntad política de aprobar nuevos cultivos”. El Isaaa destacó que la adopción de cultivos genéticamente modificados, desde 1996, permitió reducir los costos de producción y de aplicación de productos fitosanitarios, así como la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero de 2014, Página 9).

De este párrafo surgen tres afirmaciones que muestran contradicciones con aquello que acontece en la realidad; la reducción de costos de producción, la cantidad de agrotóxicos utilizados y la reducción de las emisiones de Dióxido de carbono uno de los gases de efecto invernadero responsable del cambio climático. Cambio climático del cual la agricultura es causa a partir del uso de combustibles, de fertilizantes nitrogenados y de la creciente deforestación y claro está recibe sus consecuencias como el incremento en las temperaturas, las sequías, las lluvias intensas y los huracanes.

La expansión de los cultivos transgénicos, más aún en un contexto de cambio climático, no ha determinado una reducción de aplicación de plaguicidas, muy por el contrario entre el año 1993 y el año 2012 se pasó de utilizar 30 millones de litros de plaguicidas a cerca de 400 millones litros, esta elevación se explica solo parcialmente por el incremento de la superficie sembrada con cultivos. La expansión de los monocultivos, la aparición de tolerancia y resistencia en insectos y plantas silvestres a las dosis “recomendadas” de los plaguicidas, la desaparición de insectos predatores y parásitos, la alimentación inadecuada de los suelos y el ya mencionado cambio climático explican este notable incremento. Este acrecentamiento en el uso de agrotóxicos tiene su correlato, como se expresará mas adelante , con el incremento en los costos de producción.

Los diferentes gobiernos que desde 1996 en adelante se sucedieron en Argentina también se constituyen en actores fundamentales en la expansión de los cultivos modificados y su paquete tecnológico asociado. Desde la abrupta liberación de la soja resistente al herbicida glifosato realizada durante el gobierno de Menen hasta la actualidad no se ha detenido la aprobación y liberación de nuevos OGM. Hoy nos encontramos frente a la amenaza de la liberación de nuevos OGM resistentes a herbicidas e insecticidas. Es en este contexto en el cual cobran relevancia las palabras del Ministro de agricultura de Argentina, Carlos Casamiquela, quien ratificó el apoyo del gobierno a la promoción de la biotecnología agrícola. Durante una reunión que mantuvo con integrantes de la Cámara Argentina de Biotecnología, el ministro expresó “seguimos trabajando en la necesidad de acercar la biotecnología a todos los productores que la requieran y que buena parte de comercio exterior Argentino está sustentado en los eventos biotecnológicos , por lo que es necesario seguir fortaleciendo la institucionalidad en esa área” Por otra parte , el presidente de la Cámara , Hugo Sigman expresó su satisfacción por las palabras de Casamiquela y destacó la colaboración entre el sector público y el privado. Durante el encuentro se analizaron los diferentes avances en biotecnología como los cultivos de maíz, trigo y soja resistentes a sequía y la vacuna contra ala brucelosis.(diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 10).

La lectura de notas que expresan la mirada de productores y asesores desde los predios y territorios nos permiten ahondar las contradicciones entre teoría y realidad. Es así que en la página 7 del ya mencionado suplemento rural del diario la Nación en una nota llamada “Las empresas de la región enfrentan un escenario difícil” podemos leer; “ mayores costos incidencia en los fletes, presión impositiva y encarecimiento de la financiación luego de la devaluación… las empresas agrarias enfrentan un escenario difícil en el cual, según el productor Marcelo Zucal,“Para lograr resultados económicos positivos debemos tener rendimientos agronómicos muy por encima de los promedios históricos. Sabemos que los insumos sufrieron una suba de precios y, por otro lado la cantidad de insumos por hectárea está aumentando año tras año debido a la presencia cada vez mayor de malezas tolerantes o resistentes a glifosato que obligan a incrementar tanto la frecuencia de aplicación como a incorporar herbicidas con otros modos de acción que encarecen considerablemente los costos del productor” (diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 7).

En el mismo suplemento podemos leer la nota: “El norte mejor campaña, pero con las cuentas complicadas” la cual permite analizar que los cultivos transgénicos no son tan resistentes o tolerantes como se quiere presentar. “En términos climáticos, mejor, pero con las cuentas complicadas. Daniel Rossi ,Coordinador de los grupos CREA del NOA, brindó un panorama mas general que abarca no sólo a Salta , sino a Jujuy, Tucumán, el oeste de Santiago del Estero y el este de Catamarca. Destacó que la situación en general es buena a regular y que se pudieron cumplir los planes de siembra. No obstante acechan amenazas “Es un año en donde la lucha contra las malezas se hizo difícil y de altos costos. Las plagas en general se controlaron bien en soja, pero en algunos lotes de maíz fueron necesario aplicar insecticidas a pesar de contar con eventos genéticos tolerantes a esas plagas “ (diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 5)

También la lectura nos permite analizar como los monocultivos, en un contexto de cambio climático, requieren de la aplicación de una mayor cantidad de plaguicidas, es así como en la nota llamada “Escasa actividad en la región pampeana a pocos días de la cosecha gruesa” se manifiesta “En el sur de Santa Fe , sur de Córdoba y oeste de Buenos Aires las sojas tempranas de grupo III o IV corto no rendirán casi nada porque sufrieron la sequía durante la mayor parte de su ciclo. Según un productor de Vicuña Mackena, en el sur de la provincia de Córdoba “en las mejores partes de los lotes rendirán 20 quintales por hectárea y en las peores , 10 quintales. Muchas plantas son palitos con sólo cinco o seis chauchas y hay mucha ansiedad por saber si el promedio de esos lotes alcanzará a los quince quintales por hectárea”. La nota continúa enunciando que en muchos campos hubo que controlar feroces ataques de isoca medidora y falsa medidora , asociados con bolillera. “había peligro que los aviones chocaran en el aire por tantos tratamientos simultáneos” exagera el titular de una empresa de fumigaciones que se quedó sin stock de Clorpirifos y otros oruguicidas fuertemente demandados. (diario La Nación, suplemento rural, 22 de febrero, Página 2)

Dice Joan Manuel Serrat; “nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio”…con la amenaza de aprobación de nuevos cultivos transgénicos para el cultivo por parte del gobierno Argentino, que no ha abandonado las políticas tecnológicas basadas en semillas modificadas genéticamente y en el uso de plaguicidas iniciadas en los años `90, las empresas semilleras y fabricantes de plaguicidas se aprestan a realizar nuevos negocios, en un contexto político donde a su vez presionan por la sanción de una nueva ley de semillas que a partir de reducir la posibilidad de conservación de semillas por parte de los productores y el cobro de regalías, implique mayores beneficios económicos.

Por su parte los productores, especialmente los empresarios, seguramente apostaran a incorporar nuevos cultivos transgénicos con la renovada esperanza de que esta vez si se reduzca la necesidad de aplicar plaguicidas , se incrementen los rindes y con ello sus beneficios económicos. Expectativa que los hechos de la realidad muestran incumplidos. Está probado que la adopción de cultivos transgénicos y el uso de las mismas formulaciones de plaguicidas generan tolerancia y resistencia en las plantas silvestres y a los insectos. En este caso basta que unos pocos organismo a partir de su constitución genética “resistan” para pasar esta características a la descendencia. En este marco , y como fue expresado párrafos arriba , los productores aplican mayores dosis de plaguicidas, usan productos altamente tóxicos o incrementan las aplicaciones, a la vez de demandar nuevos OGM. Así se refuerza el ciclo con dependencia e impacto ambiental. Lamentablemente no se piensa en modificar estrategias y prácticas agrícolas.

En un contexto de cambio climático, de incertidumbre económica, de alta presión impositiva, de expansión en la resistencia de insectos y plantas silvestres a los plaguicidas se requiere cambiar de camino, no se puede obtener resultados diferentes aplicando los mismos métodos. Se debe planificar a largo plazo la utilización y preservación de los bienes naturales y en las actividades agrarias conceptualizar , diseñar y llevar a la práctica agroecosistemas. En la cual se integren subsistemas, se recicle la energía , se minimice la utilización de insumos externos al predio y no se contamine el ambiente. En este sistema se debe priorizar la inclusión e integración de organismos diversos, incluso las plantas silvestres, y una adecuada nutrición de los suelos.

La propuesta agroecológica no implica soluciones mágicas sino la necesidad de integrarnos a la naturaleza de la cual somos parte respetando sus ciclos, flujos y relaciones, tratando de satisfacer nuestras necesidades, respetando nuestros derechos y los de las generaciones futuras, a las cuales no conoceremos pero que padecerán nuestras acciones y omisiones .

Marcos Paz, 25 de febrero de 2014

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