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Agroquímicos, el debate del campo

Los agroquímicos usados para sostener el modelo de siembra directa son muy defendidos por los productores y atacados por parte de la comunidad científica y los ciudadanos. En casi todos los pueblos agrícolas de la provincia de Santa Fe, enfermedades como el cáncer aumentan mes a mes y las alergias abundan. ¿Este modelo y herbicidas como el glifosato son los responsables? La agricultura cambió pero la ley que la regula quedó en la prehistoria.

Por José Ferrero
Especial Portal Notio

La ciudad de San Jorge está ubicada al Oeste de la provincia de Santa Fe en una zona donde el sol del mediodía se ofrece omnipresente. El trigo acompaña la brisa y la hora de la siesta se extiende desde el centro de la plaza hasta el límite urbano como una epidemia.

Entre casas bajas, unos pocos edificios y árboles de copas robustas, los ciudadanos se saludan como viejos compañeros de aula. El lugar se siente calmo, amigable y pacífico y el aire se respira fuerte como un apretón de manos.

Sobre la calle Sargento Cabral, un hombre robusto de piel oscura espera su turno para que le corten el pelo. El peluquero está trabajando en un joven morocho, cuyo estilo neopunk necesita sólo unos retoques. Afuera hace calor; adentro, el comerciante habla sobre las pulverizaciones aéreas cuando es interrumpido por un cliente que las defiende. Asegura que no pasa nada, que si pasara todos estarían enfermos. Uno, las apoya; otro, las rechaza; el que recibe el corte, pregunta interesado y el hombre que espera, escucha sin decir una palabra mientras su cuerpo inmóvil contrasta con su inquieta mirada.

La historia de las pulverizaciones aéreas o terrestres con fitosanitarios (sustancias, o mezclas, destinadas a prevenir o destruir plagas) lleva siendo cuestionada y defendida por casi 15 años y alcanzó su mayor nivel de enfrentamiento con la instalación del modelo productivo basado en el monocultivo de soja, que requiere el uso de semillas transgénicas, herbicidas e insecticidas.

En el año 2010, el cultivo de soja trepó a 19 millones de hectáreas, sobre las 31 millones cultivadas en la Argentina. Es decir, más del 60% de la tierra trabajada se apoyaría en la utilización del herbicida glifosato, cuya marca comercial más conocida es Roundup, de la transnacional Monsanto.

¿Este modelo es bueno? ¿Es malo? ¿Está llevando al campo a mejorar su rendimiento y su suelo? O ¿Lo está desertificando? Y lo más importante: ¿Es una práctica inocua?

San Jorge conoce el tema. A unas cuadras al norte de la peluquería, en el límite norte de la ciudad, Viviana Peralta de Cavigliasso, vive con su marido José y sus seis hijos. Cuando Ailén, una de sus hijas, tenía cinco días comenzó con bronquioespasmos, y para contrarrestarlos, corticoides en forma recurrente. Luego de varios estudios, el médico les dijo que Ailén no sufría de ningún tipo de alergia.

“Nosotros siempre denunciamos las fumigaciones, por el olor, que no se aguantaba. Y encima, ella con problemas. Pero lo peor fue la vez que la tuvimos que llevar a Santa Fe. Casi le hacen una traqueotomía porque no respiraba, estuvimos tres días internados. Cuando nos dieron de alta la médica de acá me dijo: flaca la nena no va a aguantar otra fumigación.”

El caso de Ailén no es el único en la zona, y su madre y varios vecinos del Barrio Urquiza, presentaron un amparo en el Juzgado Civil, Comercial y Laboral Nro. 11 del juez Tristán Martínez.

Hecha ley, hecha la…

En la provincia de Santa Fe la ley 11.273 reglamentada por el decreto 552/97 establece en el artículo 33. “Prohíbese la aplicación aérea de productos fitosanitarios de clase toxicológica A y B dentro del radio de 3.000 metros de las plantas urbanas. Excepcionalmente podrán aplicarse productos de clase toxicológicos C o D dentro del radio de 500 metros, cuando en la jurisdicción exista ordenanza municipal o comunal que lo autorice, y en los casos  que taxativamente establecerá la reglamentación de la presente. Idéntica excepción y con iguales requisitos podrán establecerse con los productos de clase toxicológica B para ser aplicados en el sector comprendido entre los 500 y 3.000 metros.” El artículo 34 establece una situación similar para las aplicaciones terrestres.

Es decir, la ley le otorga a los Municipios la posibilidad de realizar las pulverizaciones, pidiendo la correspondiente autorización. Cosa que se hace, no importa el viento, y los efectos nocivos que los vecinos denuncian.

Frente a esta situación, los problemas de salud parecen multiplicarse en casi todas las localidades agrícolas de la provincia de Santa Fe.

El doctor Ángel Bracco, médico generalista de San Jorge conoce el tema: “El nivel de patologías oncológicas es desmesurado en la zona, problemas en las tiroides, de tipo respiratorio, alergias, lesiones cutáneas, y otras de menor importancia se ven a diario. Acá, hay una problemática que ya no se puede ocultar de ninguna manera.”

Sin embargo no todos son ataques. La mayoría de los productores defiende su uso, en especial el del glifosato -un herbicida de amplio espectro, desarrollado para la eliminación de hierbas y de arbustos-.

“La Food and Drug Administration, aprobó que se use el glifosato y todo esto ha sido validado en Argentina por el SENASA, se usa en 140 países, y entra dentro de los herbicidas menos tóxicos. Evidentemente no es una bebida, es un insumo de uso agrícola que se debe manejar con cuidado. Pero no hay ni un caso registrado de cáncer, ni de nada de eso”, asegura el bioquímico y productor, Víctor Trucco, a su vez, presidente de la Asociación Argentina Productora en Siembra Directa (AAPRESID)

Del otro lado

El doctor Andrés Carrasco, investigador principal del CONICET y docente de la UBA, llevó adelante un estudio experimental en anfibios, aves y ratas, exponiéndolos a dosis muy bajas de glifosato: “El resultado fue que tanto en su forma comercial, como la droga pura, el glifosato es capaz de inducir malformaciones.” El trabajo del doctor Carrasco fue publicado en una revista internacional de divulgación científica en julio de 2010.

Pero la discusión parece no tener fin. Los productores, y algunos científicos, siguen en su postura de defensa del glifosato, si se lo aplica correctamente, mientras que vecinos y otros científicos, el ataque.

Frente a todo esto , la Cámara Civil y Comercial nº2 de la ciudad de San Jorge, dispuso confirmar la decisión del Juez Tristán Martínez del Juzgado de 1ra. Instancia Civil, Comercial y Laboral nº 12 de la ciudad de San Jorge que había prohibido fumigaciones terrestres a una distancia no menor de 800mts. y las aéreas, a una distancia no menor de 1.500mts. del barrio Urquiza, por el pedido de los vecinos, y ordenó que “dicha prohibición lo será por un plazo de 6 meses contados desde que quede firme la sentencia, lapso en el cual el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Industria y Comercio de la Provincia deberá presentar al Juez un estudio conjuntamente con la Universidad Nacional del Litoral en el área que estime el mismo pertinente a cerca del grado de toxicidad de los productos identificados al postular y si por los mismos es conveniente continuar con las fumigaciones o no. De igual forma el Ministerio de Salud efectuará durante igual lapso un estudio en los barrios comprometidos que permita discernir si durante ese período, las posibles afecciones que se denunciaran disminuyeron o no”.

El plazo se venció, los estudios fueron entregados y los vecinos de San Jorge están esperando la decisión del Juez.

En la vigilia el Dr. Carrasco aclara: “Nunca la ciencia, por muy veraz que sea, va a poder decidir sobre el bien o el mal de determinadas cosas que están operando sobre los seres vivos, si no hay una decisión. Y una decisión tiene un grado de arbitrariedad”, y agrega, “No hay que esperar a la prueba definitiva, lo que hay que hacer es proteger al planeta vivo, y entre esto a nosotros como parte viva de ese planeta. El político no le puede delegar al técnico la decisión final de qué hacer o no hacer, eso oculta la perversión de no querer discutir el problema en términos ambientales, económicos, culturales y políticos”.

Alexis Cabral, tiene 18 años, es vecino del barrio Urquiza, y durante las fumigaciones tuvo muchos problemas de salud. Hoy corre, juega a la pelota y su inhalador casi no lo usa. “Lo que usan para fumigar es veneno, mata. Y lo que se creó para matar, mata. Yo sé que el monocultivo y la soja transgénica dejan mucha plata, pero frente a la muerte de un chico, no hay plata que valga. Por favor, piensen con la cabeza y no con el bolsillo”.

Una ley es necesaria. El Fallo San Jorge fue un disparador, un hecho que evidencia la necesidad de una decisión política mayor, que regule un modelo productivo cuyos beneficios están a la vista, mientras que las consecuencias se tapan, desmienten y cuestionan.

“Hay que hacer algo al respecto, pero hay tantos intereses económicos, se mueve tanto dinero al respecto, que parece que hasta que no sea un problema de una tremenda dimensión, los gobiernos no lo quieren ver. Pero ya existe, y no va a haber plata de la soja o de cualquier otro producto del campo que pueda pagar los trastornos que se están generando en la salud.” Concluye el Dr. Bracco, “quien diga lo contrario está negando una realidad que nos pasa por encima en cada momento”.

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