Las recientes inundaciones, que dejaron un saldo de siete muertos y más de 1.500 viviendas dañadas, se deben principalmente a la “grave pérdida de cobertura forestal” que no permitió contener las intensas precipitaciones, y a la “pésima administración ambiental que sufre la provincia”, donde se “han exterminado ecosistemas enteros”, apuntaron especialistas.
Fuente: TELAM
“Hubo dos causas principales para las inundaciones recientes: primero, precipitaciones extensas en tiempos breves. Segundo, ambientes serranos deforestados y por lo tanto cuencas hídricas donde el agua, en lugar de ingresar al subsuelo y la ‘esponja rocosa’, circula en superficie a gran velocidad”, explicó a Télam el biólogo cordobés Raúl Montenegro.
El también presidente de la Fundación para la defensa del ambiente (Funam), afirmó que el deterioro ambiental “ha transformado a las sierras en peligrosos e impredecibles toboganes que llenan rápidamente los cursos de agua”.
“Recordemos que en Córdoba queda menos del cinco por ciento de la superficie que tenía originalmente el bosque nativo, y que entre 1998 y 2002 sufrió la más alta tasa de desmonte de Argentina y una de las mayores del mundo”, detalló y agregó que entre 2004 y 2010 “se desmontaron 269.000 hectáreas, sin contar lo destruido por incendios”.
El especialista apuntó que como los principales cursos de agua tienen su nacimiento en las sierras, “la falta de vegetación le quita protección al suelo”.
“Irónicamente, deforestación, incendios y avance inmobiliario sobre las sierras generan dos crisis contrapuestas: ríos faltos de agua en invierno y peligrosamente desbordados durante las lluvias de verano”, aseguró.
Para Montenegro la situación ambiental de Córdoba es “pésima, ya que es una de las provincias ambientalmente peor administradas de Argentina. De los tres ecosistemas que la caracterizaban, la pampa herbácea, el bosque del espinal y el bosque chaqueño, la torpeza serial de las distintas gestiones, y muy especialmente las de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti, hicieron que queden muestras insignificantes del pampeano y el espinal”.
“Córdoba debe ser una de las únicas provincias de Argentina donde se han exterminado ecosistemas enteros”, denunció.
Por su parte, la organización ambientalista Greenpeace coincidió y señaló que “a pesar de la sanción de la Ley Nacional de Bosques (2007), los desmontes para desarrollo agropecuario y urbano arrasaron con bosques nativos en zonas frágiles, perdiendo la protección de la vegetación frente a las fuertes lluvias” (que alcanzaron los 320 milímetros en apenas 12 horas).
“Desde la sanción de la Ley de Bosques hasta mediados de 2013 se desmontaron 44.823 hectáreas, de las cuales 10.796 eran bosques protegidos por la normativa”, precisaron desde la organización.
Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace, explicó: “Más desmontes es sinónimo de más inundaciones. Es necesario que tanto políticos como empresarios cumplan en forma estricta la ley”.
Montenegro enfatizó que para prevenir y disminuir el impacto de las lluvias “el Gobierno no debería permitir ni una hectárea más de desmonte”, y debería “reducir el poder que tienen hoy los señores de la soja”.
“Está claro que parte de las tragedias urbanas por inundación son el resultado de malas planificaciones municipales, con obras de infraestructura mal planteadas que obstaculizan el paso del agua y permiten el asentamiento humano dentro de zonas de desborde”, indicó el titular de Funam.
“Es fundamental mejorar el sistema de planeamiento e incluso forzar la relocalización de obras y viviendas actualmente ubicadas en zonas de riesgo”, apuntó.
Marcelo Cabido, colaborador del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático -que ganó el premio Nobel de la Paz en 2007-, y Marcelo Zak, ambos investigadores y profesores de la Universidad Nacional de Córdoba, analizaron en un estudio realizado en 2010 la magnitud del problema a escala global y regional.
“Las tasas de deforestación sufridas año a año por los bosques cordobeses no tienen parangón a nivel mundial, superando incluso a las correspondientes a bosques tropicales en otros países pobres. Cuando se pierden los ecosistemas de bosque desaparecen también los servicios ecosistémicos que redundan en beneficios continuos, gratuitos e insustituibles para las poblaciones humanas (como la purificación del aire y el agua, la formación y retención de suelos, el control de sequías e inundaciones o la polinización)”, subrayaron.