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Felipe Pigna y el 12 de octubre: “Este festejo es Insostenible”

Felipe Pigna dejó su impresión acerca de este “Día de la Raza” que se ¿festeja? el 12 de Octubre. En una entrevista que le brindó al diario marplatense “El Atlántico”, el historiador señaló que el festejo es “algo ofensivo para nuestra identidad”.

Por Leandro Rosso


Así expresó el historiador argentino más destacado de los últimos años, Felipe Pigna, en una entrevista exclusiva que le brindó a El Atlántico; su claro rechazo al 12 de octubre como día de celebración por el descubrimiento del continente americano.

Cinco siglos y 17 años después de tal suceso y del inicio de una etapa nueva para América, El Atlántico entrevistó a uno de los historiadores contemporáneos más importantes del país, Felipe Pigna, quien brindó apreciaciones sobre esta fecha, sus consecuencias en el territorio argentino y su opinión sobre la actualidad de los pueblos originarios de nuestro país.

– ¿Es válido señalar que el 12 de Octubre simboliza el genocidio más grande en la historia de la humanidad?
– La historia está tan llena de horrores que resulta un tanto temeraria la afirmación, pero seguramente estamos hablando de uno de los más grandes con 80 millones de muertos en tres siglos.

– Si el Día de la Raza fue instituido supuestamente para unir aquellos pueblos o países que tienen en común la lengua, el origen o la religión, podría considerarse entonces esta fecha como ocasión para detenerse a pensar y ver qué sucedió. A partir de allí, podría decirse que el encuentro permitió que América recibiera un gran legado cultural, de adelantos y de expresiones artísticas no sólo occidentales sino también orientales y que Europa percibiera la riqueza cultural, los avances, el ingenio y el arte del Nuevo Mundo. Hubo una gran diferencia entre lo que se llevó uno y otro continente. ¿Qué se ha hecho para reparar y equilibrar eso?
– Nadie niega el aporte cultural occidental y la herencia oriental recibida por los españoles tras ocho siglos de ocupación islámica y en parte trasladada a América. Lo que se cuestiona es la metodología de aculturación elegida por los invasores-conquistadores: el asesinato en masa, la imposición de una religión, basada en el amor, a sangre y fuego. Los españoles despreciaron durante siglos todo lo que tuviese que ver con la cultura americana. El ejemplo más evidente es la fundición en lingotes de maravillosas piezas de oro y plata incaicas entregadas como rescate por el secuestro de Atahualpa. Otra muestra de la barbarie de los invasores fue la destrucción de templos enteros y la edificación sobre sus bases de sus edificios administrativos en Iglesias. El terremoto de 1950 en Cuzco destruyó una parte importante de la edificación colonial pero la base incaica permaneció inconmovible.

– A fines de la década del 90 un grupo de diputados argentinos presentó un proyecto de ley para derogar el “decreto presidencial del 4 de octubre de 1917 por el cual se instituye el 12 de octubre como Día de la Raza”. ¿Por qué cree que no próspero hasta ahora tal pedido?
– Creo que por la presión de los diferentes gobiernos españoles y de las jerarquías conservadoras de la Iglesia Católica. Pero se hace insostenible este “festejo”, es algo ofensivo para nuestra identidad y un muy mal ejemplo para las nuevas generaciones porque se está celebrando el genocidio, el robo, el saqueo, el secuestro y el asesinato en masa. Hace varios años propuse terminar con el 12 de octubre y celebrar, ahí si celebrar, un día de la lengua y la cultura hispanoamericana donde rindamos homenaje a Cervantes, a Quevedo, a Góngora, a Bartolomé de las Casas, a Miguel Hernández, a Machado y a tantos otros y no a los Pizarros, los Colón, los Cortés, los Mendoza.

– Hay una hipótesis que señala que el avance social dispar de la región sudamericana frente a la europea se debe a los 500 años de civilización existentes en Sudamérica y los más de 2000 –por citar el mínimo del calendario occidental cristiano- que hay en Europa. ¿Esta opción se ve totalmente refutada al comprobar la realidad de otras zonas geográficas como EEUU o Australia, que tienen la misma cantidad de años de desarrollo que Sudamérica, o bien la diferencia en el tiempo efectivamente influye?
– Este tipo de pensamiento es absolutamente simplificador y no tiene en cuenta las múltiples variables que determinan el desarrollo o no de una determinada región. Europa fue durante los últimos cinco siglos un continente extractor de divisas y recursos naturales, muchos de ellos no renovables, de nuestro continente. También colocó aquí sus sobrantes de producción y población bajando notablemente su nivel de conflictividad social y mejorando su calidad de vida. América Latina fue saqueada, obviamente con el visto bueno de gobiernos socios y cómplices de los saqueadores a los que se sumaron en los siglos XIX y XX los Estados Unidos. Este “detalle” no puede ser pasado por alto y aceptar el discurso hipócrita de los eurocentristas que pretenden que la comparación sea “igual a igual”. Esto es inaceptable.

– ¿Cuál podría ser la explicación teórica que pueda brindarse sobre aquella frase que hace referencia al descubrimiento de América por parte de los europeos y que señala una situación opuesta: quién descubrió a quién?

– El término es absurdo por donde se mire pero expresa muy claramente una de las bases del eurocentrismo: las cosas comienzan a existir cuando ellos las “descubren”. Y también es absurdo porque Colón murió en la absoluta ignorancia de haber “descubierto” un continente “nuevo”, sigue pensando que llegó al Japón, China y la India.

– ¿Hubo sistemas socio-productivos en los grandes imperios precolombinos que implicaron formas de explotación a otros pueblos nativos? Si esto es así, ¿cuál es la diferencia entre esos sistemas y el aplicado por los europeos durante la conquista de América?

– Todos los pueblos europeos aplicaron sistemas de conquista y dominación y gran parte de la historia del “viejo continente” está escrita en base a estos dominios y cambios de dominios, exterminios de población e imposición de la lengua y la religión. Eso pasó en América en mucha menor escala con los grandes imperios que dominaron a pueblos vecinos y los sometieron. Pero a ningún europeo se le ocurriría pensar que su pasado habilitaba a una potencia extra-continental a dominar al conjunto e imponer su poder a toda la región. Lo mismo es válido para América. Nadie justifica la política opresiva de aztecas e incas que de ninguna manera deben servir de excusa para justificar la barbarie de la invasión española.

– Teniendo en cuenta que los Pueblos Originarios de nuestro país son los “perdedores” en nuestro pasado histórico, ¿cree posible una integración a la sociedad nacional que respete su cultura, o siempre serán marginales a cualquier proyecto de país?
– Creo que así son visualizados, como los perdedores y en cierta forma su situación actual ratifica esa visión. Tras tantos años de despojo y querer hacerlos desaparecer de la historia y de la vida nacional. En los manuales escolares las referencias a ellos son en tiempo pasado: los Mapuches “habitaban” la región del Neuquén y Río Negro. Lo semántico es clave en estos casos. Creo imprescindible su integración, su reivindicación histórica y la devolución de sus propiedades históricas, le pese a quien le pese, es una obligación para con la historia y la justicia.

– La legislación nacional en los últimos años ha contemplado reformas que en la letra son importantes. ¿Usted cree que las nuevas normas son respetadas por los gobiernos?
– Muy relativamente y este respeto es proporcional al nivel de organización que han alcanzado los hermanos. No es lo mismo el Chaco que Neuquén, donde la organización mapuche es muy fuerte e influyente.

– ¿La educación intercultural bilingüe es un medio de integración válido?

– Absolutamente, pero en general es boicoteada y a pesar de ello hace unos años una escuela bilingüe Wichi fue elegida la mejor primaria estatal del país.

– ¿Por qué cree que la relación pobreza-indígena es casi una síntesis que expresa la realidad del presente de los pueblos originarios?

– Es un punto clave de la vinculación discurso histórico, discurso periodístico. Uno es obviamente continuidad del otro y ambos hacen hincapié en la “indolencia” indígena, el abandono, la “vagancia”, pasando muy deshonestamente por alto que fueron saqueados, les robaron sus tierras y elementos de producción y los enviaron a “reservas” en zonas generalmente improductivas. A eso se le suma la discriminación en lo laboral y en lo social. Echarle la culpa a la víctima no es ninguna novedad.

– ¿Qué opina de la postura de algunos historiadores que critican la actividad militante por sus derechos de las poblaciones Mapuches tildándolas de “chilenos” o de actuar en función de presuntos derechos del país hermano?
– Es absolutamente falso y no vale la pena abundar demasiado en replicar discursos absurdos.

– ¿Es posible pensar en un territorio “Araucano” que sume partes territoriales de Argentina y Chile que ellos habitaban antes de la llegada de la conquista?
– Seguramente sería muy complicado, pero antes de la conquista, la cordillera no era una barrera y la nación mapuche era una región que incluía a Chile y Argentina.

– Esta contradicción entre los “Estado – Nación” contemporáneos en América Latina y los viejos territorios de los Pueblos Originarios, ¿es ya un hecho imposible de modificar?
– Creo que es muy difícil, como decía, hay muchos intereses en juego.

– La realidad de países como Bolivia o Ecuador marca que el peso demográfico de los Pueblos Originarios es mayoritario. ¿Cómo pueden trasladarse esas experiencias a nuestra realidad?
– No creo que pueda hacerse tal traslación. Son tradiciones muy diversas y entraríamos en un terreno especulativo ajeno a la historia. Pero creo entender la pregunta por la contraria. De todas maneras es importante recordar que la reivindicación de lo indígena en aquellos países es extremadamente reciente y sigue contando con fuertes resistencias de los sectores más poderosos de la economía que siguen aplicando criterios racistas a la política. Creo que hay mucho por hacer en América Latina en general y me parece que el ejemplo de Bolivia es muy digno y ejemplar. La realidad argentina es distinta pero es fundamental recordar que los pueblos originarios constituyen, por decirlo así, la primera “minoría” étnica de nuestro país con más de un millón de hermanos y como tales deben ser tenidos en cuenta y debe recordarse que se les debe una reparación histórica y económica.

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