La situación de los aborígenes chaqueños fue analizada de cerca por Jorge Eduardo Rulli, integrante del Grupo de Reflexión Rural. El relato fue realizado luego de participar de un acampe en la plaza central de Resistencia.
Fuente: Chaco Día por Día
“Estuve días pasados, en un acampe de pequeños productores e indígenas en la plaza central de la ciudad de Resistencia, dialogando con ellos, y no pude dejar de recordar otras luchas y otras movilizaciones. Vinieron a mi memoria, entonces, aquellas muchas marchas piqueteras realizadas desde 2002, bajo las mismas siglas de grupos de izquierda y que ahora veo en los carteles y en los gorritos que llevan algunos aborígenes. Estas siglas que, durante la llamada crisis del campo, acompañaron a la Mesa de Enlace de los sojeros, ahora reclaman por el hambre de los pobres que es, en última instancia, la consecuencia de un país sometido al modelo de sojización. En realidad, estos campesinos mestizos o acaso aborígenes, son las víctimas ambientales de un saqueo de los recursos naturales que ha desvastado los ecosistemas chaqueños de manera impiadosa, y que tiene por administradora, a la propia dirigencia política provincial con la que ahora, bajo la dirección de los maoístas que los asesoran, negocian contratos municipales de empleo, así como que les construyan viviendas urbanas o les saquen el agua de la napa.
Volvamos al pasado inmediato, una vez más. Hoy podemos reflexionar en cómo, aquellas movilizaciones de la pobreza con cortes de ruta y acampes prolongados, condujeron a un fondo de saco de la historia. Podemos pensar que eran un camino sin futuro, y hasta podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que, con sus resonancias ideológicas y de clase en los sectores medios, permitieron encubrir la implantación del modelo de la Soja RR, la ocultaron, atraparon la atención del común sobre las consecuencias del modelo, no sobre el modelo mismo, e hicieron de lo urgente lo enemigo de lo importante. Hoy nos cuesta recuperar la memoria y la exaltación de aquellos días en que, en medio del desfondamiento de las instituciones, se generaba desde los reclamos imperiosos de la sociedad empujada a la indigencia y bajo la guía de la izquierda, el más importante proyecto de políticas asistenciales y clientelares que, a la postre, terminaría rescatando de la catástrofe, tanto a una dirigencia espuria, cuanto a una Democracia sin vocación de Nación, a la vez que montando un gigantesco aparato de control social de la sociedad argentina.
Ese proyecto de políticas asistenciales y clientelares, permitiría una mayor y mejor inserción en el proceso de la Globalización y facilitaría hasta el presente, que las Corporaciones se apropien con impunidad de nuestros recursos. ¿Qué podía importar lo que pasara en la montaña con la minería o acaso en las extensas planicies con la implantación de nuevos cultivos para forrajes, si el territorio de los nuevos líderes piqueteros, tenía los nombres de las empresas recuperadas como Brukman, o de las localidades suburbanas donde estaban construyendo el socialismo apoyándose en microempresas colectivas y asambleas de desocupados? Seis años después, el accionar de ciertos partidos de la izquierda no ha cambiado, en todo caso se ha profundizado su proyecto o ha llegado a otros horizontes, avanzando sobre nuevos sectores de la sociedad golpeados por la crisis. Seis años después, el comensalismo de cierta izquierda con el Poder, en el asistencialismo y en el pastoreo de la pobreza extrema, resulta evidente, en especial si tenemos en cuenta los miles de activistas reclutados como empleados por el Ministerio de Desarrollo Social, que ha devenido en un modelo de vida política, en especial de aquellos partidos que no alcanzan los cupos electorales necesarios para medrar con la democracia partidocrática.
Tampoco el Estado asistencial generado desde la catástrofe y la dirigencia política heredera de las ilusiones rotas de los años setenta, parecen poder trascender su propio papel en el gran drama argentino. La sojización y el asistencialismo han creado dependencias de las que resulta difícil escapar. Me refiero a ese mutualismo o acaso ese comensalismo que ha unido a cierta izquierda y a cierto sindicalismo con el modelo de la dependencia, en que pareciera que ambos se benefician mutuamente. La República de la Soja tiene sus propias reglas y esas reglas le generan a nuestras dirigencias escenarios tales como en la tragedia griega, en que los personajes se ven empujados de manera misteriosa e inevitable, moviéndose en el universo de los dioses, siempre hacia un desenlace fatal y empujados por una fuerza ciega. La necesidad de crecientes recursos con los que mantener la política electoral y el asistencialismo, desvela a los hombres y mujeres del gobierno que, carentes de un proyecto nacional e inadvertidos o acaso cegados por la propia desventura a que los conduce la Biotecnología, buscan fondos de manera insaciable con que mantener el sistema clientelar y el reciclaje y la reproducción de la pobreza que mantiene este populismo de la dependencia. .
Días pasados fuimos invitados por las autoridades de la Universidad de la Provincia de San Luis con motivo de exponerse en la Cinemateca local la película“Un mundo según Monsanto”, de la periodista francesa Marie Monique Robin. Más de trescientas personas presentes, anoticiándose con espanto, de todo aquello que hemos venido anunciando en los últimos años y que ahora se demuestra qué fácil resultaba investigar y descubrir, tan solo colocando en Internet las palabras necesarias. O sea, que se requería nada más que voluntad de hacerlo y aceptar ver lo que teníamos por delante, voluntad que no tuvimos… La película muestra el modelo norteamericano de engaño y de decisiones políticas tomadas acerca de temas estrictamente científicos, en que a espaldas de la opinión pública y a todo riesgo de los consumidores, se implementaron las políticas de Corporaciones como Monsanto. En la Argentina ocurrió exactamente lo mismo. La película muestra el accionar de personeros de las empresas que en los EEUU, pasaron del sector privado al Estado para implementar las políticas de sus empresas. En la Argentina ocurrió exactamente lo mismo. La película muestra cómo en los EEUU, se aplicó a rajatabla un criterio precario y obsoleto como el de”Equivalencia sustancial”, criterio que, pasando por encima del sentido común y de toda evidencia científica, asimiló las semillas transgénicas a sus versiones naturales sin mayores trámites. En la Argentina ocurrió y continúa ocurriendo exactamente lo mismo, y aún quizá mucho peor, ese criterio simplificador se ha extendido por el SENASA a los terribles tóxicos que se usan en la agricultura, para favorecer la importación y el uso de las producciones chinas, sin duda con efectos crecientemente devastadores sobre la salud de las poblaciones y el medio ambiente. La película “Un mundo según Monsanto”, nos muestra el uso que hace esa corporación de nuestro país como una plataforma expansiva de los OGM sobre los países vecinos. Lo dijimos, innumerables veces, a lo largo de los últimos doce años.
El mundo según Monsanto es como el universo de la tragedia griega: inexorable… inevitable… y los líderes políticos, más que actores parecen las víctimas grotescas de esa tragedia. Que en la actualidad, Lula y el partido de los trabajadores del Brasil movilicen a su ejército sobre la frontera del Paraguay en respaldo de los sojeros brasileños amenazados por los campesinos paraguayos que luchan por su tierra, resulta un escándalo que reniega de todas las tradiciones de lucha del pasado y que nos remite a la triste situación que tantas veces hemos denunciado: las Corporaciones necesitan a hombres y a discursos de izquierda en esta etapa de la globalización, del poder del conocimiento y del marxismo de mercado.
La Biotecnología es hoy definitivamente la nueva religión hegemónica del Capitalismo globalizado, y en esos altares en que la ciencia y los negocios van mezclados, se sacrifica a todos aquellos que hayan rendido pleitesía al consumismo y no hablo tan solo del consumismo de los que usufructúan la riqueza, sino que aludo con mayores preocupaciones a todos los mecanismos de subordinación y de desprotección, de invalidez y de pérdida de la autoestima que se han arraigado en nuestra extendida pobreza, en nuestros pobres solemnes y en todos aquellos no tan solemnes, que ya no pueden vivir por fuera del asistencialismo. Hace dos generaciones atrás era común la construcción de viviendas los fines de semana con el respaldo de amigos y parientes, hace dos generaciones atrás era normal que el agua se sacara de pozos hechos a pala, hace dos generaciones atrás cualquiera que tuviese un poco de tierra, aun muchísimo más si se atrevía a llamarse campesino, podía ser extremadamente pobre, pero jamás habría sido la falta de alimentos su problema principal, ni habría reclamado que el gobierno le diese semillas, o que le construyese la vivienda, que le diese contratos de empleo en los municipios o le sacase el agua de la napa. Algo ha pasado para que semejante pesadilla sea nuestra vigilia permanente….
El modelo de país agroexportador de commodities transgénicos al servicio de Corporaciones como Monsanto y Cargill, se ha complementado con una creciente invalidez y con una pérdida de autonomía de los sectores populares. Debemos ahora y para emanciparnos comenzar a recuperar esa autonomía, debemos abandonar la incapacidad que nos paraliza y el consumismo del que tanto dependemos, debemos apoyarnos en las propias fuerzas, para reconstruir a la comunidad y lograr darnos un Proyecto de país que sea capaz de reconstruir el Estado que necesitamos. Este país que tenemos, es un país sin proyecto propio, es un país gobernado por ensoñaciones setentistas que se mezclan con discursos desarrollistas. Debemos apoyarnos en las propias fuerzas. Debemos recobrar autonomía. Y no estoy hablando tan solo de lo que cada uno puede hacer en esta hora, en la escala de la propia vida, cuando hablo de apoyarse en las propias fuerzas y recobrar autonomía, estoy planteando asimismo un plan de gobierno y un proyecto de país, capaz de enfrentar la debacle financiera que inevitablemente llegará a nosotros y frente a la cuál buena parte de la dirigencia ha decidido tomar la conocida política del avestruz.
Mientras en el mundo vuelve el Estado y retorna el nacionalismo, entre nosotros en cambio, crece la fragmentación y se acrecientan los discursos de izquierda contra el Estado Nación, muchas veces y esto es lo más ridículo, desde el Estado mismo, donde altos funcionarios que políticamente niegan el Estado no parecen, sin embargo, tener mayores problemas en continuar disfrutando de sus altos sueldos. Que nadie imagine por otra parte, que la caída de los precios de la soja limitará su extensión en el territorio, todo lo contrario, y esto es un fenómeno nuevo que a muchos les resulta de difícil comprensión. Antes los agricultores se guiaban para planificar sus siembras por los precios del mercado, y aumentaban a disminuían sus cultivos, o acaso los diversificaban, según la conveniencia del momento. No es el fenómeno que produce la soja transgénica, con el uso del herbicida Roundup. Con estas tecnologías, continúa siendo más barato añadir nuevos territorios a la sojización para compensar los bajos precios, aun si se trata de desmontar, de expulsar poblaciones o de sacar a otros cultivos del medio. La sojización no es una agricultura más, la sojización es una metástasis y salir de ella en épocas de globalización, significa inexorablemente, asumir el compromiso y el proyecto de emanciparnos”.
Lo felicito al Sr. Rulli si se pudo dar cuenta de todo lo que relata en su carta con sólo 5 minutos que estuvo en la Plaza de Resistencia cuando fue el Acampe.
No sé con cuáles de los muchos dirigentes indígenas del Acampe habrá hablado. No sé si el Sr. Rulli recordará sus nombres. Pero si estoy segura es que ninguno se habrá presentado como “dirigente maoísta”, esas categorías sólo las manejan los “analistas externos y objetivos”.
PARA REDAF.: creo que el título de la nota es muy generoso, el Sr. Rulli sigue hablando de sus habituales temas ambientales y de su lectura de bloques ideológicos. De las víctimas aborígenes, en este artículo no habla.