Desde hace 15 años, un grupo de amigos se encuentra para recorrer en piraguas el río Bermejo y descubrir en la ruta no sólo la diversidad natural de este eje vital para nuestra región chaqueña. “Nos encontramos como personas, como amigos, nos encontramos con el espíritu del río”, señalan Pablo Chianetta y Tito Gondar, compañeros de la Asociación para la Promoción de la Cultura y el Desarrollo – APCD, pero sobre todo Amigos del Bermejo, que es como han titulado a esta travesía de la que son fundadores.
Durante 10 días, se alejan de la rutina para acercarse a los secretos de este río que va mostrando en cada uno de los cerca de 80 kilómetros que dura el recorrido, la vida que emerge y que resiste, más allá de las grietas que el desmonte o la sequía han ido dejando en sus riberas.
“Somos un grupo de gente que nos sentimos parte de esta fisonomía del Chaco, que nos gusta recorrerla y que una vez al año, nos juntamos para hacernos parte del río Bermejo. Vamos sacando fotos, comiendo lo que nos da el río. Disfrutamos de navegar, de remar, de comer un lindo pescado en la costa, de estar juntos”, señala Pablo Chianetta. “Esto no es sólo una aventura outdoor, es un momento de encuentro profundo, una instancia que es difícil encontrar en estos tiempos de apuro”, agrega.
Los diez o doce convocados se reúnen en Las Lomitas (Formosa), se aperan con lo básico y se encaminan en camionetas río arriba hasta el punto dónde hayan decidido comenzar el recorrido, de ahí en adelante es la corriente la que los guía.
Tito Gondar comenta que cada vez se ha hecho más difícil encontrar un sitio donde embarcar, “últimamente se han cerrado muchos de los accesos al río. Gente de otras provincias que compró esas tierras las ha ido alambrando y desmontando para vender a mejor precio. Nosotros venimos de paso, pero lo grave es que vemos como los pobladores históricos van quedando cada vez en terrenos más chiquitos”, señala.
Enamorados del pueblo Wichí
El río Bermejo es uno de los ríos más importantes de la Argentina y una suerte de columna vertebral del territorio del Gran Chaco Americano. Nace en el departamento boliviano de Tarija y recorre cerca de 1.500 kilómetros hasta desembocar en las aguas del río Paraguay. En su recorrido, el Bermejo atraviesa el corazón del territorio ancestral de diversos pueblos originarios, entre ellos el pueblo Wichí. En Argentina el territorio wichí abarca las provincias de Salta, Chaco y Formosa.
“Admiramos y queremos profundamente a los wichí, por eso nacen estas ganas de conocer mucho más profundamente el río”, cuenta Pablo Chianetta, Médico Veterinario oriundo de Buenos Aires pero formoseño por adopción desde hace ya un par de décadas. “Nos enamoramos de lo que conocimos por sus relatos, por sus historias y así fue que surgió la idea”, recuerda.
Muchos de los que participan de la travesía de Amigos del Bermejo, son personas como Pablo y Tito, que a diario trabajan con comunidades originarias del centro este de la provincia de Formosa. Pero también han venido otros amigos y conocidos de ciudades, o sin mayor relación con el territorio. “Pero todos han descubierto más de lo que imaginaban. Es que el río te abre la cabeza, es más que remar y pescar… son muchas cosas con las que te conectas al mismo tiempo: la cabeza, el cuerpo, el espíritu, todo disfruta, y cada viaje es diferente… es una alegría difícil de describir”, cuenta Tito.
“Tiene mucho de ritual”, agrega Pablo, “no es una excursión de pesca, no es un zafari fotográfico, o una excursión de kayak o de avistaje de aves… o sea es también eso, pero es sobre todo reencontrarnos con nosotros mismos, con nuestros amigos, y sobre todo reencontrarnos con el territorio de un pueblo al que queremos”.
Con generosidad, han sido los propios wichí quienes han enseñado a los Amigos del Bermejo los secretos para emprender de mejor forma su travesía. “Los paisanos siempre nos dicen que para ir a pescar, para ir a mariscar, hay que pedir permiso. Porque hay un Señor de los Peces, un Señor de los Montes, un Señor de los Ríos, y esa forma de encarar la relación con la naturaleza no es otra cosa que estar atento a las señales que te da el ambiente. A todos este viaje nos ha servido para revivir esa relación íntima y vital que hay entre el hombre y la naturaleza”, reflexionan.
Calculan que en estos 15 años son unos 30 compañeros los que han disfrutado de la travesía, lamentablemente, todos hombres. “Es que las mujeres se espantan un poco al pensar que son 10 días de incomodidad, de dormir en el suelo, de mosquitos… aunque la verdad van apareciendo algunas que dicen estar dispuestas”, comentan entre risas.
Ecosistema en peligro
En los últimos años el recorrido de los Amigos del Bermejo ha abarcado parte de lo que se conoce como la estancia La Fidelidad, un predio de cerca de 250 mil hectáreas, compartidas entre las provincias de Chaco y Formosa.
A pesar de la avanzada del desmonte y la compra de tierras en los últimos años, La Fidelidad sigue siendo un reservorio de la flora y fauna característica del Chaco Seco, dónde abundan los bosques de quebracho y muchas especies en animales en peligro de extinción.
Pumas, coatís, zorros Mayoatos, carpinchos, patos, pescados de todo tipo, variedades de patos, Aguara-guazú, Yacarés, y lobitos de río, son algunos de los habitantes del río que salen al encuentro de los Amigos del Bermejo durante su viaje. “Este año vimos muchos animales en la ribera… creemos que es porque ha sido un año de profunda seca, y se acercan al río para tener agua… así también hemos visto muchos bovinos muertos”, relata Pablo.
Pero no sólo la sequía ha modificado el paisaje. “Yo diría que el cambio más significativo que hemos visto en estos años es el desmonte”, señala sin dudar Tito. “Cada año en el camino hacia el rio se ven muchos y cada vez más grandes. Es por esto que ya no hay lugar de bajada, no hay un camino vecinal que te lleve a la ribera, hay que pedir permiso en algún campo que alguien con buena voluntad te deje pasar”.
“Hay una presión muy fuerte de lo que se viene, de otro modelo de desarrollo, la expansión de la frontera agropecuaria”, reflexiona Pablo. “Todos los días llega gente queriendo hacer otro tipo de producción, inversiones inmobiliarias, hacer grandes ganancias con esa tierra. Hoy los wichí prácticamente ya no tienen territorio sobre la ribera del río, y cada vez les cuesta más hacer las actividades que siempre hicieron para vivir. Eso que recordamos de los grandes árboles en la ribera del río, todo eso está tocado para bien y para mal por la mano del hombre… por su mano que es creadora y también ladrona”.
Otra cosa que les ha llamado la atención de tanto observar y vivir el río año a año, es el aumento de la pesca a gran escala. “Nos sorprendió la cantidad de espineles que cortaban el rio de lado a lado. Para navegar tenías que hacer piruetas, es como una red de anzuelos que atraviesa el rio. Entre Las Lomitas y Pozo del Tigre contamos 25 espineles, tantos que uno se pregunta cómo es posible que todavía queden pescados”, cuenta Pablo.
“Sabemos que el río tiene la mano de Dios y se recupera rápido, pero si les seguimos pegando como hasta ahora en algún momento no va a haber recuperación posible, eso es parte de la realidad. Nos gustarían otras cosas para este territorio, por eso trabajamos por ellas”, señala.
Mientras las 150 mil hectáreas de La Fidelidad que están del lado de la provincia del Chaco van camino a convertirse en parque nacional, las autoridades de Formosa no han manifestado hasta la fecha la intención de implementar alguna iniciativa que tienda a la protección de ese territorio.
Pablo y Tito nos cuentan que desde su trabajo en APCD y en conjunto con las organizaciones criollas e indígenas locales, han hecho numerosas propuestas para que se frene la destrucción del río Bermejo y del territorio del que es parte. “Lo hicimos durante el proceso de discusión del OTBN en Formosa (Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos en el marco de la aplicación de la Ley de Bosques), para que se considerara esta área como territorio de uso especial, que se lo considerara como un bosque a proteger, que fuera de uso exclusivo del pueblo wichí… pero todas esas propuestas no fueron consideradas”, cuentan.
“Acá en Formosa las decisiones políticas parece que giran en torno a otro tipo de intereses, es una lástima que no puedan percibir lo mismo que nosotros cuando venimos y vemos este río y todo lo que lo rodea”, cuenta Tito, mientras recuerda que el Ordenamiento Territorial formoseño declaró el 79% de los bosques nativos de la provincia como de “bajo valor” y por lo tanto posibles de desmontar (categoría verde).
Lejos del río
Los Amigos del Bermejo son celosos de su aventura, pocas veces han hablado abiertamente de ella y la convocatoria se hace sólo a amigos o conocidos. “Tenemos la aprehensión de que se acerque mucha gente queriendo venir a pescar, a sacar todos los bichos… porque no es esa la idea”, señala Tito. Pablo agrega que “tal vez somos un poco egoístas disfrutándolo solo nosotros, pero vemos que hasta ahora la actitud con que mucha gente se acerca al río no es la mejor”, señala.
“Cada vez vemos más gente de otras provincias estableciéndose o comprando lugares para hacer recorridas en lancha, cada vez más motores, cada vez más ruido, también quemazones de monte o pastizales, mucha gente pescando… No es la idea evitar que se haga turismo en esta zona, el punto es cómo hacer que sea menos perjudicial”, agrega Tito.
“Vemos que proyectos del tipo turismo sostenible son experiencias posibles de implementar en esta zona, es algo que se viene, pero puede venir para mejor o para peor”, señala Pablo. “Hacerlo bien requiere criterios de respeto, de educación, de control. El problema es que no vemos que esos sean elementos fundantes en la política de desarrollo de Formosa, en especial para esta zona. No basta con poner la palabra sustentable en una experiencia para que efectivamente lo sea. Hay que trabajarla y pensarla, especialmente con la gente que vive en esta zona”. Para Pablo y Tito la mejor estrategia sería no intervenir ese territorio, y establecer zonas de continuidad entre los ríos de la región desde Parques Nacionales.
A pesar que fueron quienes inspiraron la travesía de los Amigos del Bermejo y fueron sus maestros en los primeros tiempos, gran parte de los hombres y mujeres wichí de esa zona de Formosa hoy viven sobre la Ruta 81, lejanos a ese río que es tan parte de sus prácticas tradicionales y su cultura.
Imágenes de una travesía
En estos 15 años de recorrido, los integrantes de Amigos del Bermejo han logrado hacer un registro fotográfico muy valioso de los paisajes y la fauna que habita las riberas del río. Acá compartimos algunas de esas imágenes: