Quizá obedezca a las características propias de la actividad, pero lo cierto es que las acusaciones dirigidas por los “aeroaplicadores” contra Andrés Carrasco, son ligeras y de muy bajo vuelo (…) representantes del sector la emprenden contra el destacado especialista, afirmando que: “Algo que debía ser científico comenzó a mezclarse con política, economía y después se retrotrajo a las décadas del 60 y 70 y a la dicotomía izquierda derecha, y ése no era el tema de la discusión.”
Opinión de la Red de Salud Popular “Dr. Ramón Carrillo” Publicada en Datachaco
Quizá obedezca a las características propias de la actividad, pero lo cierto es que las acusaciones dirigidas por los “aeroaplicadores” contra Andrés Carrasco, son ligeras y de muy bajo vuelo. Según da cuenta la edición de Norte del domingo 8 de agosto de 2010, representantes del sector la emprenden contra el destacado especialista en embriología molecular, afirmando que: “Algo que debía ser científico comenzó a mezclarse con política, economía y después se retrotrajo a las décadas del 60 y 70 y a la dicotomía izquierda derecha, y ése no era el tema de la discusión.”
Sin embargo, es de hacer notar en primer término, que esa afirmación no se condice con la realidad de los hechos, toda vez que la medular exposición que brindara Carrasco en la Cámara de Diputados el viernes 6 de agosto pasado, comenzó con una minuciosa descripción, de estricta índole científica, acerca de los trabajos de laboratorio que realizara, y en los que detectara los principios activos de las alteraciones que produce el glifosato sobre el desarrollo de embriones anfibios.
Por su parte, en su obra “Saber Ambiental –sustentabilidad, racionalidad, complejidad, poder-“, Enrique Leff sostiene: “La problemática ambiental se ha convertido en una cuestión eminentemente política. Los movimientos ambientales son luchas de resistencia y protesta por la marginación y la opresión, y son demandas por sus derechos culturales, el control de sus recursos naturales, la autogestión de sus procesos productivos y la autodeterminación de sus condiciones de existencia. Estas luchas por la erradicación de la pobreza vinculan la sustentabilidad con la democracia, se enlazan con la reivindicación de sus identidades culturales, la reapropiación de conocimientos y prácticas tradicionales y el derecho de las comunidades para desarrollar estilos alternativos de desarrollo”.
Es decir, puestos a considerar los millones de toneladas de agrotóxicos que anualmente se vierten en nuestro país, es inevitable que por entre los espacios libres de transgenie comiencen a florecer y a tomar cuerpo, una serie de cuestiones concomitantes que nos incumben como conjunto sociedad, en la medida que impactan sobre nuestros modos de existencia, sobre las formas de vincularnos con la naturaleza, sobre nuestras relaciones sociales, sobre la pertinencia de la apropiación y acaparamiento privado de recursos que son comunes, etc.; temáticas que, pese a hallarse íntimamente conectadas, ciertos sectores prefieren ver acalladas u ocluidas de toda discusión. No obstante, por entre la nube química esparcida a discreción, y la “crisis civilizatoria” que propicia un sistema depredador, mercantilista y expulsivo, va germinando una nueva “visión del mundo”, una nueva racionalidad que inevitablemente tenderá a impugnar los presupuestos integrales del orden económico-político-jurídico y social que el capitalismo global tiene para ofrecernos. Y estas germinaciones teórico-prácticas, libres y tenaces, “simples y cereales” como nuestro maíz ancestral, no harán más que persistir en su fecundo florecimiento, una y otra vez, una y otra vez…, pues sus nutrientes arraigan en las esperanzas más profundas de los pueblos latinoamericanos.
Frente a la amplitud de perspectiva que traza Leff, se nos figura que la estrechez de miras que proponen los “aeroaplicadores” es propia de quienes buscan concebir y constreñir toda la realidad social, a la órbita de sus intereses particulares. Lo cual, hasta allí, podría entenderse comprensible.
Ahora, lo que mueve a honda preocupación es la aseveración con que concluye la nota de los “empresarios y representantes del sector de empresas agroaéreas”; allí donde éstos vierten lo siguiente: “…si algún día se comprueba que el glifosato o algún otro producto está dañando a la población, con toda tranquilidad decimos que vamos a dejar de usarlo de manera inmediata.”
Como será fácil apreciar, en este párrafo quedan al descubierto dos extremos cruciales: 1º).- Lo dicho constituye la admisión expresa de que no están en condiciones de garantizar la inocuidad del producto que utilizan; 2º).- La postura esgrimida conlleva la abierta vulneración del “PRINCIPIO PRECAUTORIO” que rige en materia ambiental. Principio que luce consagrado en la Ley General de Ambiente Nº 25.675, en los siguientes términos: “Cuando haya peligro de daño grave o irreversible la ausencia de información o certeza científica no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces, en función de los costos, para impedir la degradación del medio ambiente.” (Art. 4º). Como puede verse, el camino racional que postulan los “aeroaplicadores” es exactamente el opuesto al previsto en la ley… (Preocupa, pues, que quienes manipulan las sustancias peligrosas en trato, exhiban semejante desconocimiento acerca de los preceptos legales que regulan su actividad).
Vinculado a lo anterior, los “aeroaplicadores” también omiten referirse al Informe producido por la Comisión Nacional de Investigación por intoxicación con agroquímicos, creada por Decreto Nº 21/2009 de Presidencia de la Nación, así como a la Medida Cautelar ordenada por el Juzgado Civil Nº 14 de esta ciudad; Órgano Jurisdiccional que acogiera favorablemente la presentación promovida por los vecinos de La Leonesa y Las Palmas. Sustanciosos precedentes institucionales –uno Administrativo, otro Judicial y por citar solo dos-, que bastarían para demostrar el “peligro de daño grave o irreversible” que se configura en el caso.
Finalmente, queda claro que la problemática trasciende con creces al glifosato y sus sucedáneos, y que cada vez se hace más urgente revisar en profundidad las perniciosas alteraciones eco-socio-culturales y económicas, ligadas a los “paquetes tecnológicos”, a los agronegocios, al monocultivo, al latifundio; en fin, a los paradigmas imbricados a la modernidad capitalista que le arriman soporte a un Modelo Productivo insustentable. Debates ya emprendidos en países como Venezuela, Ecuador y, fundamentalmente, Bolivia.
Se comprenderá que en esa búsqueda imperiosa de nuevos proyectos civilizatorios, será menester ponerle alas a la imaginación, al análisis integral, a la participación colectiva, a la solidaridad social, a la diversidad cultural, a la responsabilidad social empresaria, a la capacidad regulatoria del Estado -entre otras premisas de similar e intrínseca consistencia política-; y no sólo a los contaminantes.-