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A 87 años de la masacre de indígenas y criollos, los organismos de Derechos Humanos y los representantes del Estado integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria exigieron sean reconocidos los legítimos derechos de los pueblos originarios.
Fuente: Chaco Día por Día
“Los organismos de Derechos Humanos y los representantes del Estado integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria realizamos por este medio nuestro homenaje a los asesinados en la Masacre de Napalpí al cumplirse 87 años del brutal episodio del Terrorismo de Estado, y acompañamos los reclamamos de las comunidades indígenas en el presente, para que sus necesidades sean reconocidas con el legítimo ejercicio de sus derechos.
Los moqoit, qom y criollos masacrados en Napalpí eran cosecheros de algodón. Es importante no olvidar esto, porque allí reside la raíz de la matanza: un acto de represión a trabajadores rurales sublevados, quienes se encontraban en estado de esclavitud en una colonia y en contra de la explotación a la que los sometían los obrajes forestales apadrinados por el poder político de turno.
¿Qué pedían nuestros hermanos masacrados en Napalpí?
Pedían por trabajo digno, para dejar de ser esclavos, a terminar con la retribución de hambre y miseria a la que eran sometidos.
Napalpí no fue una masacre aislada. Nunca lo son. Durante buena parte de nuestra joven historia las matanzas fueron una metodología recurrente del poder político. Pocos años antes, entre 1920 y 1921, la peonada anarquista y libertaria de la Patagonia rebelde fue fusilada por el Ejército en defensa de los estancieros que pagaban salarios de hambre pero no toleraban huelgas.
No olvidamos el exterminio de Rincón Bomba, en las Lomitas, con cientos de pilagás ametrallados por la Gendarmería Nacional en octubre de 1947. Ni falta hace referir la Masacre del 13 de diciembre de 1976, cuando todo nuestro país era un gigantesco Centro Clandestino de Detención del terrorismo de Estado.
Repudiamos a los genocidas Fernando Centeno – gobernador del Territorio-, a los policías José Machado y Saénz Loza y al colaborador civil Agustín Cabal. Todos ellos actuaron como una herramienta del poder económico, de la misma manera que lo hicieron Videla, Nicolaides y Manader durante los años setenta. Y entre tantos otros que mantuvieron el manto de impunidad.
Durante décadas, la Justicia negó el crimen y archivó la investigación. Fue gracias al testimonio de personas como Melitona Enrique y Rosa Chará, como los más destacados testimonios que dieron lugar a la labor investigativa como la de los escritores Juan Chico, Pedro Solans, Vidal Mario y del legislador Claudio Ramiro Mendoza y otros, que la verdad histórica de lo ocurrido superó a las mentiras de los asesinos.
Con estas menciones queremos destacar que la construcción de nuestra identidad es un trabajo colectivo y que no puede cometer omisiones. Ese esfuerzo por apuntalar el relato fidedigno de los crímenes perpetrados desde el autoritarismo de los poderosos tiene su reflejo hoy, cuando las nuevas generaciones se acercan a conocer su pasado.
Para que la memoria no se degrade en una efeméride estéril es necesario ejercerla en relación con el presente y de cara al futuro. Esa es la única manera de ponerle un punto final a la impunidad y desterrar de nuestro suelo la posibilidad de que se vuelvan a repetir los crímenes y genocidios.
En la actualidad vemos que continúan los reclamos de las comunidades indígenas, las cuales son similares a las pedidas en aquellos tiempos. Por eso pedimos trabajo digno, enseñanza bilingüe intercultural para todos; no más abusos policiales; reconocimiento y entrega de tierras originarias. Un apoyo concreto y no palabras”.
H.I.J.O.S. – CHACO
ASOCIACIÓN EX DETENIDOS POLÍTICOS DURANTE LA DICTADURA MILITAR
COMISIÓN DE FAMILIARES DE DESAPARECIDOS POR RAZONES POLÍTICAS
RED POR LA IDENTIDAD – CHACO
COMISIÓN PERMANENTE POR LOS DERECHOS HUMANOS
