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Campesinos hicieron aflojar a Julián Domínguez, el ministro los recibió luego de que acamparan frente a su despacho

Los representantes del Movimiento Nacional Campesino e Indígena piden un salario universal para las épocas en las que no se produce, similar al que cobran los algodoneros, y medidas frente a la sequía. El funcionario prometió una reunión la semana próxima y una visita a Santiago del Estero.

Fuente: Diario Crítica

“Le ahorramos los pasajes al ministro. Como no nos convocó, nos vinimos a acampar acá”, explicó ayer Mario Bárcena, de Quilino, Córdoba, uno de los quinientos campesinos que ayer cantaron, bailaron, discutieron y acamparon frente al Ministerio de Agricultura de la Nación. Llegaron de Córdoba y de Santiago del Estero, de Salta y Jujuy, de Mendoza, de Neuquén, de Tucumán y del Chaco y también de San Juan en colectivos maltrechos, con pasajes baratos y esfuerzo. Para representar a las quince mil familias agrupadas en el Movimiento Nacional Campesino Indígena. Para pedir, como gritaron una y otra vez ayer, flameando banderines rojos y verdes atados a una caña: tierra, trabajo y justicia y que en la Argentina se sepa que hay un mundo rural distinto al de los agronegocios, con convicciones, más urgencias, al que se le presta menos atención.

Así fue que Julián Domínguez sumó este jueves un nuevo problema a su nutrido cajón de asuntos a resolver. Cuarenta y ocho horas antes, los presidentes de las entidades agropecuarias lo habían maltratado con un plantón en respuesta a una invitación para comer un asado. Algunos días antes se lo había criticado por sentar a un hombre de la Iglesia, y directivo de un pool de siembra, durante la primera reunión con la Mesa de Enlace. Y ayer, cerca de las cinco de la tarde, después de escuchar desde su despacho las chacareras, los cantos y las arengas de los campesinos se decidió a recibirlos.

“Nos llevamos dos cosas. Una reunión de trabajo para la semana que viene. Y Domínguez se comprometió a ir a Quimilí, Santiago del Estero, el 9 de noviembre. Si él, que no conoce la realidad campesina, se hace presente en Quimilí es un paso adelante”, analizó Horacio Britos, también de Córdoba.

Los delegados que fueron a la reunión le plantearon a Domínguez un puñado de cuestiones para empezar a hablar: un salario universal para las épocas del año en que no hay producción (tomando como modelo el que ya existe para el sector algodonero), mayor participación en los programas del ministerio, un pedido para que cese la persecución judicial que sufren a lo largo del país, y atender la gravedad de la sequía en muchas zonas del país. “Nuestro desafío de fondo es construir un modelo alternativo que cuide a la tierra para las nuevas generaciones”, apuntó Ariel Méndez, de Jujuy.

Antes de aceptar escuchar al campesinado, el ministro de Agricultura se reunió con el Consejo Federal Agropecuario, un encuentro del que también participaron el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y la secretaria de Integración Nacional, María del Carmen Alarcón. “Tenemos veinte provincias que tienen una diversidad de problemas que son mucho más importantes que los que nos fija la agenda pampeana”, dijo. Y cuando le preguntaron por la Mesa de Enlace señaló: “Estamos trabajando sobre la agenda de ellos y otras más”. Por las dudas, igual, para bajar un poco la tensión de las últimas horas con los ruralistas aclaró: “Nos vamos a reunir todas las veces que haga falta”.

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