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Agronegocios y Soberanía Alimentaria en Argentina: Los Claroscuros del Actual Modelo Productivo

¿Cómo se explica cómo un país que produce 100 millones de toneladas de granos mantenga a buena parte de su población en la marginación, el hambre y la pobreza?. Nos debemos como país una política agraria integral que contemple los intereses de las mayorías y no el afán de lucro de las minorías. Debemos detener la deforestación de nuestras últimas masas boscosas para evitar la pérdida de la biodiversidad, incluyendo la biodiversidad cultural que ella encierra. ¿Cómo se logra eso? Con una política de ordenamiento territorial, ampliamente participativa, que decida qué hacer, cómo hacerlo y para quién hacerlo.

Por Gustavo Soto (*)
Docente e Investigador Facultad de Cs. Agropecuarias (UNC)
Miembro de la Red Agroforestal Chaco Argentina (REDAF)

La producción nacional de alimentos está caracterizada por un modelo productivo denominado “Revolución Verde”, que desde hace más de 50 años se implementa en nuestro país, y que produjo profundas transformaciones en el agro argentino. Su base teórica es el postulado neo-malthusiano según el cual el flagelo del hambre a nivel mundial radica en la escasez de la oferta de alimentos y que sólo un aumento en la incorporación de tecnología externa a las unidades de producción podría resolver esta situación.

Su lógica de producción, basada en la aplicación masiva de pesticidas (herbicidas, insecticidas y fungicidas), fertilizantes, uso de semilla mejorada genéticamente y generalización de la utilización de tractor y maquinaria agrícola (Barsky, 1988; Obstchatko, 1988) generó incrementos más que significativos en la producción agraria nacional, por vía del aumento de la superficie sembrada y de la productividad por hectárea debido a estas transformaciones tecnológicas implementadas, lo que permitió situar a Argentina entre los primeros proveedores de alimentos de origen vegetal y animal en el mundo.

Este proceso de modernización y transformación productiva del agro argentino ocurrió fundamentalmente en la pampa húmeda, entre las décadas de los años 50 y hasta los años 80. Es la época de “Argentina, el granero del mundo”, cuando el país producía los alimentos básicos para su población, en las distintas regiones productivas del país: cereales; carnes vacuna, ovina, caprina y porcina; frutas de todo tipo; algodón; tabaco; caña de azúcar; etc.

Si bien es cierto que este modelo productivo provoca un cambio notable del paisaje − que ya había comenzado hace siglos −, al modificar completamente el ecosistema natural de la estepa pampeana, el disturbio o alteración ecológica es inferior si lo comparamos con la alteración ecológica que vendría una década después, a partir de 1990.

A principios de este último período se produjo otro cambio significativo en el modelo productivo nacional, la llamada “Neo-RevoluciónVerde”, que pormedio de la innovación tecnológica de la “labranza cero” o siembra directa ligada a la aparición de la soja transgénica resistente al herbicida Glifosato (conocido comercialmente como Roundup) permitió la expansión sin límite de este cultivo, frecuentemente asociado al trigo, permitiendo la sucesión de dos cultivos anuales, uno de verano (soja) y otro de invierno (trigo). Esta expansión ocurrió desde la  zona pampeana hacia la región extrapampeana, desde el puerto de Buenos Aires hacia el noreste, norte y noroeste de la geografía nacional, como siguiendo o imitand
o las ondas expansivas de una piedra arrojada a un estanque de agua. Si a ello agregamos el hecho del corrimiento de las isohietas de Este a Oeste, es decir un aumento de las lluvias en la región subhúmeda y semiárida, nos encontramos frente a una interrelación de factores que permitió la denominada “expansión de la frontera agrícola”.

Este fenómeno de expansión −también conocido como “agriculturización”− produjo tal vez la mayor transferencia de capital natural a capital económico en la historia de nuestro país. La más clara muestra de este proceso de expansión de la agricultura es el incremento exponencial del cultivo de soja.

En efecto, este cultivo prácticamente inexistente en las estadísticas hasta 1980 con casi 3 millones de toneladas, aumentó casi 100% en 5 años llegando a 5,6millones de toneladas en 1985, y en sólo 20 años la producción nacional creció un 700% llegando a las 37 millones de toneladas en el año 2005.

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(*) Artículo publicado en Revista Hoy la Universidad, de la UNC, mayo 2011

La producción nacional de alimentos está caracterizada por un modelo productivo denominado “Revolución Verde”, que desde hace más de 50 años se implementa en nuestro país, y que produjo profundas transformaciones en el agro argentino. Su base teórica es el postulado neo-malthusiano según el cual el flagelo del hambre a nivel mundial radica en la escasez de la oferta de alimentos y que sólo un aumento en la incorporación de tecnología externa a las unidades de producción podría resolver esta situación.

Su lógica de producción, basada en la aplicación masiva de pesticidas (herbicidas, insecticidas y fungicidas), fertilizantes, uso de semilla mejorada genéticamente y generalización de la utilización de tractor y maquinaria agrícola (Barsky, 1988; Obstchatko, 1988) generó incrementos más que significativos en la producción agraria nacional, por vía del aumento de la superficie sembrada y de la productividad por hectárea debido a estas transformaciones tecnológicas implementadas, lo que permitió situar a Argentina entre los primeros proveedores de alimentos de origen vegetal y animal en el mundo.

Este proceso de modernización y transformación productiva del agro argentino ocurrió fundamentalmente en la pampa húmeda, entre las décadas de los años 50 y hasta los años 80. Es la época de “Argentina, el granero del mundo”, cuando el país producía los alimentos básicos para su población, en las distintas regiones productivas del país: cereales; carnes vacuna, ovina, caprina y porcina; frutas de todo tipo; algodón; tabaco; caña de azúcar; etc.

Si bien es cierto que este modelo productivo provoca un cambio notable del paisaje − que ya había comenzado hace siglos −, al modificar completamente el ecosistema natural de la estepa pampeana, el disturbio o alteración ecológica es inferior si lo comparamos con la alteración ecológica que vendría una década después, a partir de 1990.

A principios de este último período se produjo otro cambio significativo en el modelo productivo nacional, la llamada “Neo-RevoluciónVerde”, que pormedio de la innovación tecnológica de la “labranza cero” o siembra directa ligada a la aparición de la soja transgénica resistente al herbicida Glifosato (conocido comercialmente como Roundup) permitió la expansión sin límite de este cultivo, frecuentemente asociado al trigo, permitiendo la sucesión de dos cultivos anuales, uno de verano (soja) y otro de invierno (trigo). Esta expansión ocurrió desde la zona pampeana hacia la región extrapampeana, desde el puerto de Buenos Aires hacia el noreste, norte y noroeste de la geografía nacional, como siguiendo o imitando las ondas expansivas de una piedra arrojada a un estanque de agua. Si a ello agregamos el hecho del corrimiento de las isohietas de Este a Oeste, es decir un aumento de las lluvias en la región subhúmeda y semiárida, nos encontramos frente a una interrelación de factores que permitió la denominada “expansión de la frontera agrícola”.

Este fenómeno de expansión −también conocido como “agriculturización”− produjo tal vez la mayor transferencia de capital natural a capital económico en la historia de nuestro país. La más clara muestra de este proceso de expansión de la agricultura es el incremento exponencial del cultivo de soja.

En efecto, este cultivo prácticamente inexistente en las estadísticas hasta 1980 con casi 3millones de toneladas, aumentó casi 100% en 5 años llegando a 5,6millones de toneladas en 1985, y en sólo 20 años la producción nacional creció un 700% llegando a las 37 millones de toneladas en el año 2005.

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